En su excelente ensayo “La Política, el Comercio y la Economía entre Cuba y Venezuela”1 el Profesor Carlos Antonio Romero examina varios aspectos importantes de las relaciones cubano venezolanas. Entre ellas destaca el proyecto de alianza y asociación política estratégica y de complementación económica de ambos gobiernos. Ese no es sólo un proyecto de Fidel Castro y Hugo Chávez sino que Raúl Castro lo ha reiterado en varias ocasiones. No obstante, con base en cuatro consideraciones de su interesante análisis, y en otras adicionales que refuerzan sus puntos de vista, se puede derivar la fragilidad subyacente de las relaciones vigentes que trascienden los temas de la salud de Chávez y de la oposición política interna a dichas relaciones en Venezuela, dos consideraciones por sí nada despreciables.
Las cuatro consideraciones relevantes del ensayo del Profesor Romero son:
- Las relaciones económicas bilaterales son más favorables a Cuba que a Venezuela (lo que llama más por menos) y conllevan un significativo subsidio petrolero, la adquisición de servicios profesionales sobre pagados (y en violación de las normas internacionales del trabajo), así como proyectos de inversión venezolanos en la isla.
- A partir del 2004 el monto de la ayuda venezolana aumentó y alcanzó su nivel máximo en 2008; después, se detuvo y disminuyó en 2009–2010 determinado por la baja de los precios del petróleo y la disminución de la producción petrolera venezolana.
- Para encaminarse al Socialismo del Siglo XXI, Venezuela dispone de cuantiosas rentas petroleras y del endeudamiento externo respaldado por las abundantes reservas de crudo, estimadas las mayores del mundo.
- El proyecto venezolano del Socialismo del Siglo XXI sublima y pretende reproducir, sin mayor análisis crítico, el descalabrado modelo del socialismo real cubano que la isla está ajustando (realmente reformando) y que los especialistas en asuntos cubanos consideran agotado, tanto a nivel micro como macroeconómico. ¿Es sostenible ese socialismo real? La URSS entró en una crisis socioeconómica terminal por mantenerlo.
Adicionalmente, el gobierno de Cuba no sólo depende de la ayuda venezolana sino también del envío de remesas y de los gastos de viajes de los cubanoamericanos, así como de las compras a precios más bajos de los bienes agropecuarios estadounidenses. Para este modus vivendi modera su apoyo a los instintos y planteamientos internacionalistas revolucionarios de Chávez.
El modelo económico cubano estaba estancado en 2004, pero fue reanimado significativamente por la ayuda venezolana, lo que permitió una recentralización y abandonar las reformas socioeconómicas de los 1990s (la Batalla de Ideas y el Socialismo es Irrevocable). Sin embargo, ya en 2007, antes de la recesión económica internacional y los tres huracanes que damnificaron la isla en 2008, el gobierno cubano decidió adoptar reformas estructurales. Estas consisten en la ampliación del sector privado (hasta ahora el cuentapropismo y la pequeña agricultura, o sea darle pequeñas extensiones de tierras baldías a los campesinos) para absorber parcialmente el elevado desempleo encubierto de las empresas estatales que hace la economía insostenible debido a su muy baja productividad y reduce los recursos disponibles para los servicios sociales y la inversión. El gobierno cubano también ha denunciado la ineficiencia asociada al paternalismo del sistema, perseguido la corrupción y planea eliminar el racionamiento de bienes.
En última instancia las reformas estructurales son indispensables para disponer de un proyecto socioeconómico que motive a la juventud, detenga su éxodo y la consecuente disminución y envejecimiento demográfico que obstaculizan la sustentabilidad del sistema y la provisión de los servicios sociales.
Análisis realizados recientemente desde Cuba señalan que debido a la percepción que hay de la posibilidad de un cambio político y económico en Venezuela, y debido al lento progreso logrado con las cautas reformas hasta ahora adoptadas, es inaplazable que el gobierno cubano intensifique y amplia las reformas socioeconómicas antes que finalice el 2011.
Por su parte, en el año 2011, Venezuela continúa con una elevada inflación y un bajo crecimiento económico a pesar de haber tenido un muy buen precio del petróleo y aumentado el endeudamiento externo sustancialmente. La implantación del proyecto del Socialismo del Siglo XXI sigue afectando adversamente el desempeño económico. La calificación de riesgo de la deuda externa venezolana fue reducida en agosto de 2011. ¿Hasta cuándo es sostenible la generosa ayuda externa de Venezuela a Cuba mientras desperdicia beneficiar a su población con la bonanza petrolera y se endeuda externamente?
Por las razones anteriores, las dinámicas económicas y los intereses nacionales de desarrollo de Venezuela y de Cuba no sólo son diferentes, sino que son divergentes y podrían determinar que ambos gobiernos terminen distanciándose eventualmente como se desprende del pionero ensayo de Romero. Estoy seguro que este fascinante tema se continuará examinando.
FOOTNOTES
1. The essay is included in Cuba in Transition—Volume 21 (2011).
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