La Libertad de la Luz, que se filtra por el Vitral multicolor de la diversidad, poblando de rayos de esperanza la realidad cubana, ha sido durante 13 años la motivación esencial de la existencia de Dagoberto Valdés y de su gesta educadora desde la Arquidiócesis de Pinar del Río.
Tuve el honor y el placer de ser el compilador de gran parte de la obra que nos transmitió Dagoberto Valdés a través de las páginas de Vitral y, con su autorización, de condensar sus escritos para llenar un volumen de extensión moderada que fuese atractivo para los lectores de todas partes, ávidos de conocer las realidades cubanas. Nació así, Cuba: libertad y responsabilidad. Desafíos y Proyectos, publicada por Ediciones Universal en 2005.
En su introducción, y antes de pasar a la presentación de su obra, hago una breve semblanza de Dagoberto Valdés que bastará—dentro del poco tiempo disponible—para que ustedes capten la magnitud de su personalidad:
Cuba es un país fértil donde germina con facilidad toda buena semilla. Es un país fértil para las ideas, la inventiva, las artes y los sueños. Un país que necesita buenos sembradores que preparen con tesón los surcos receptores y que esparzan esperanzados de una buena cosecha la semilla del bienestar y el progreso.
Dagoberto Valdés es uno de esos sembradores que precisa nuestra tierra cubana y su obra escrita y de educador y conferencista abre los surcos donde ha de caer la semilla indispensable de fraternidad y solidaridad humanas que debe germinar con esplendorosa cubanía y desbordar nuestros campos con los frutos ansiados de la concordia y la paz.
Nuestro sembrador es fundador y Director del Centro de Formación Cívica y Religiosa desde 1993 y de su Revista Vitral desde 1994, ambas obras pertenecientes a la Diócesis de Pinar del Río, que ha sido el centro de su actividad de pensador y educador. Ha sido organizador también de las Semanas Sociales Católicas de Cuba desde 1991, fue miembro de la Presidencia del importantísimo Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC) y desde 1998 es miembro del Consejo Pontificio “Justicia y Paz.” Como un reconocimiento parcial a tan magna obra, fue galardonado con el Premio Jan Karski 2004 al Valor y la Compasión, otorgado por The American Center of Polish Culture (p. 11).
He aquí algunos surcos abiertos por este sencillo sembrador de sueños. Pero este preámbulo lo escribí hace dos años y en este corto tiempo han ocurrido acontecimientos aciagos. En 2006, a raíz de que se publicara este esbozo de esperanza para el futuro de Cuba que vamos a examinar hoy, titulado “Itinerario de Reflexión Económica,”1 Dagoberto dejó de ser miembro de Justicia y Paz. Y finalmente, hace pocos meses, dejó de dirigir el Centro de Formación Cívica y Religiosa y la Revista Vitral que él fundara.
Como el tiempo es corto, les voy a hacer una reseña muy breve de las circunstancias que llevaron a estos acontecimientos. Dagoberto es Ingeniero Agrónomo y trabajó durante algún tiempo en la Empresa del Tabaco de Pinar del Río, llegando a presidir su Consejo Técnico Asesor. En 1996 fue expulsado por su labor en Vitral, que comenzaba a alcanzar ya un inusitado éxito y trascendencia, y fue “castigado,” asignándole el Estado la labor de recolección de “yaguas” (la vaina de la hoja de palma). Con enorme dignidad desempeñó ese trabajo durante 10 años, mientras dedicaba todo su tiempo restante al Centro y a la Revista, entre otras actividades cívico-religiosas.
Curiosamente, a raíz de su cese como miembro del Consejo Pontificio “Justicia y Paz,” el gobierno lo reinstauró en su antiguo trabajo como ingeniero agrónomo. Se dice que le hicieron ver que mientras un sector dominante de la jerarquía eclesiástica cubana empezaba a darle las espaldas, la Revolución volvía a abrirle los brazos como al hijo pródigo. Ante esta disyuntiva, su profundo sentido ético y los principios que sustentan su razón de ser lo hicieron renunciar al influyente puesto antes que claudicar en la forja de sus ideales. Esto sucedió a principios de este año.
Pocas semanas después se vería obligado a renunciar también a su labor en el Centro y en la Revista frente a la abierta hostilidad del nuevo Arzobispo de Pinar del Río, Monseñor Serpa, quien había llegado a manifestar públicamente que “había que evitar la agresividad en el estilo editorial” de Vitral e insistido en que “hay que mantener cierta postura, para lo que se requiere mucha altura,” como si Dagoberto y su equipo carecieran de ella. Acusó también de “tergiversaciones” y de “desafortunada información” al equipo de Dagoberto, tomando la decisión aciaga de “reorganizar” el Centro, cerrar la escuelita de formación para niños de 4º a 6º grado y reinventar a Vitral.
Es dentro de este cuadro de acontecimientos que ya se estaban gestando donde se enmarca la labor de un sector de los colaboradores de Dagoberto en el Centro, en la empresa de elaborar un estudio y redactar el documento que examinaremos hoy.
El Grupo de economistas que le dio impulso a esta idea existe desde 1995. Entre ellos destacan organizadores como María Caridad Gálvez Chiu (más conocida por Karina), Angel Mesa y José Antonio Quintana. Han contado con algunos otros colaboradores que no son economistas pero que han colaborado a su mantenimiento y actividades. No podemos dejar de mencionar al propio Dagoberto Valdés y a Virgilio Toledo. Durante los años, el Grupo convocó a cursos para pequeños empresarios que orientaban a los trabajadores por cuenta propia y les daban formación práctica, además de otros cursos dedicados a la formación ciudadana en materias pertinentes a la economía. El Grupo contó siempre con el apoyo del Centro para confeccionar los textos de estos cursos.
Organizaron también diversas conferencias y debates sobre temas de economía, con invitados que incluyeron a funcionarios del Centro de Estudios de la Economía Mundial (una institución oficialista) y a disidentes como Martha Beatriz Roque. Ocasionalmente pudieron participar algunos extranjeros en estas conferencias y debates, como sucedió con la presencia de un senador polaco a fines del siglo pasado, que provocó feroces editoriales en Granma contra Dagoberto Valdés.
Finalmente, en 2005, iniciaron el “Itinerario de Reflexión” que hoy nos ocupa. Convocaron a un primer encuentro a todos los que estuvieran interesados en el tema de la economía cubana y en la búsqueda de soluciones a sus problemas. El método está bien explicado en el documento que nos ocupa y será comentado hoy por algunos de nuestros panelistas, pero puedo afirmar que propició un debate transparente en un ambiente de inusitado respeto. Karina, una de las principales promotoras de esta iniciativa, nos informa que “muchos dijeron que habían experimentado en pequeño lo que quisieran vivir en Cuba: el respeto por las opiniones ajenas, la seriedad de las intervenciones y el ambiente de empeño comunitario,” en otras palabras, “el esfuerzo por que saliera todo lo mejor posible para Cuba.”
Como sé que los panelistas harán críticas muy acertadas y que el propósito de estas críticas y consideraciones es edificante y provocado por un deseo de colaboración, aspiro a que las aparentes deficiencias del texto que estudiamos hoy se contemplen también dentro del contexto en que se desarrolló este trabajo. Es decir, una gesta realizada en un ambiente de opresión y temor que, al mismo tiempo, se veía restringida por los “límites de un espacio eclesial,” que, efectivamente, les proveía la oportunidad de manifestarse, pero también les imponía cierta normas comprensibles, dictadas por el afán de la Iglesia—en cualquier parte, incluyendo a Cuba—por no ser excluyente sino abarcadora, con un propósito de muy largo alcance que puede escapar a las perspectivas del momento.
Los encuentros que desembocaron en estos “Aportes éticos al pensamiento económico y a proyectos económicos para Cuba,” como ellos mismos califican el documento que estamos examinando, fueron siete desde julio de 2005 hasta octubre de 2006 y promediaron una participación de alrededor de 36 personas por encuentro. El promedio de universitarios fue de 33 y el de economistas que participaron fue de 12. Se utilizó una dinámica de “debate parlamentario” para buscar un consenso o para proceder a votación cuando era pertinente llegar a conclusiones.
Así ha cristalizado este esfuerzo que van a desglosar y comentar para ustedes nuestros panelistas: Jorge Sanguinetty, Carmelo Mesa-Lago, Rolando Castañeda, Ted Henken, y Lorenzo Pérez, cuyos trabajos aparecen a continuación. Jorge Pérez-López tendrá el privilegio de presentarlos y de ofrecerles un breve resumen preliminar de los aspectos del “Itinerario” que cada uno de ellos examinará durante esta conferencia.
FOOTNOTES
1. Nota del Editor: El texto del documento esta disponible en el internet, http://www.vitral.org/vitral/pdfs/itine/itineco.pdf.
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