Agradezco profundamente a la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE) la posibilidad de participar en esta XXI Reunión Anual, junto a relevantes especialistas y académicos. He apreciado durante años que sus evaluaciones y propuestas no son meros ejercicios intelectuales, sino que añoran profundamente contribuir a la solución de los problemas que afronta Cuba y al progreso de nuestro pueblo. Algunos de ustedes viven con dolor su cubanía, al tiempo que son ciudadanos destacados de ese gran país, que les ha brindado oportunidades en democracia. Otros son norteamericanos de pura cepa esforzados por acercar a nuestros países para beneficio sincero de todos.
No son tiempos de ser anti o pro, sino realistas y constructivos. Tanto en Cuba como en Estados Unidos transcurre una época de grandes problemas, aunque de índole diferente, que pueden tener grandes soluciones para lograr la diferencia. No tenemos derecho a dejar pasar esta coyuntura histórica, atenazados por estrechos intereses personales o de grupos. Hoy existe la oportunidad única de que la diplomacia popular, el encuentro entre cubfioanos, y entre norteamericanos y cubanos sobrepase los obstáculos y consolide caminos de entendimiento, colaboración y paz. Junto a ustedes continuaré vertiendo la permanente gotita de agua.
POLITICA INTERNA Y LA ACTUACION DE CUBA HACIA ESTADOS UNIDOS
La vinculación multifacética entre Cuba y Estados Unidos resulta una realidad incontestable. Cuando Cuba era una colonia española, realizaba su comercio fundamentalmente con Estados Unidos. El Padre Félix Varela, quien nos enseñó a pensar, y José Martí desarrollaron gran parte de sus obras en Estados Unidos. Después de 1898 y durante la naciente república de 1902 se perfilaron nexos, no siempre felices, que fueron entrelazando nuestros caminos. A partir de 1959, la ruptura abrupta de las tradicionales relaciones políticas, económicas, culturales y otras propició incluso choques armados indirectos; el embargo económico aún prevalece; y el exilio de los grandes propietarios despojados, miles de expresos políticos y varias oleadas de simples ciudadanos ha llegado a los 1,8 millón de personas de origen cubano en Estados Unidos.
Las medidas retaliatorias norteamericanas fueron hábilmente utilizadas por Fidel Castro para elevar el nacionalismo interno, con David frente a Goliat, para defender la fortaleza sitiada por el imperialismo yanqui, mientras procuraba la solidaridad internacional, disfrazaba su intromisión en América Latina, y llevaba sus guerras a Medio Oriente y África bajo el pretexto de la lucha por la liberación de los pueblos oprimidos. Así consolidó el totalitarismo y dilapidó los inmensos recursos económicos y materiales entregados por la Unión Soviética y los países del “socialismo real” en el este de Europa, con sus mega proyectos como la Zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar y la central termonuclear de Juraguá, sólo viables en su mente.
En Cuba se confiaba en que la URSS y su campo socialista serían eternos. Pero las atrevidas perestroika y glasnost de Gorbachov agradaban a los cubanos, razón suficiente para que Fidel Castro hiciera su contrarreforma con la Política de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas. No cayó el gobierno en 1989 al unísono con el muro de Berlín, pero con la desaparición del llamado campo socialista se conmocionó el régimen sujeto al capricho personal. El Período Especial, con sus penurias y destrucción, obligó a una pequeña apertura económica a comienzos de los años 1990, cercenada por Fidel Castro en cuanto su discípulo, Hugo Chávez, llegó al poder en Venezuela. La ola de disidencia interna fue reprimida en marzo del 2003 con el encarcelamiento de 75 pacíficas personas, y el fusilamiento de 3 jóvenes negros que procuraron erróneamente secuestrar un barco para buscar mejores condiciones de vida, sin derramamiento de sangre.
Nuevamente el régimen creía haber encontrado el paraíso, al extremo de que retaba a la comunidad internacional, notablemente la Unión Europea y a cuanto gobierno y personalidades condenaron la gran represión. Fidel Castro fue eliminando la tímida apertura realizada con la autorización al trabajo por cuenta propia, los restaurantes—paladares y los mercados agropecuarios; el auge del turismo y las rentas de habitaciones; cierta descentralización económica, las empresas mixtas con capital extranjero y las representaciones foráneas.
Pero a fines de julio de 2006 el Comandante en Jefe llegó al borde de la muerte y trastocó todo el esquema de poder. Comenzó un camino sin retorno, aunque sin fin inmediato. Ha sido la etapa de lucha de la burocracia por no perder las prerrogativas y los esfuerzos de los herederos por consolidarse y modificar las reglas para procurar salir de la crisis económica, política, social y más. Muchos vaivenes se han apreciado en el poder según Raúl Castro procuraba afincarse y Hugo Chávez trataba de mostrar que Fidel Castro estaba vivo y “mandando.” Pero el General impuso definitivamente a sus militares durante el VI Congreso del Partido Comunista en abril pasado. Las promesas y dilaciones han minado definitivamente el prestigio de las máximas autoridades, en un pueblo decepcionado, sumergido en grandes carencias y frustrado por no ver un futuro digno.
El nuevo presidente ha mostrado interés por diversificar las relaciones económicas y comerciales, tanto para disminuir la dependencia a Chávez como para obtener inversiones, fundamentalmente en China, Brasil, Rusia, Argelia y Angola. Igualmente ha procurado expandirse fuera de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) controlada por el venezolano, a través de la incorporación de Cuba en los organismos de integración latinoamericanos y caribeños. Sin embargo, la solidaridad ideológica está pasada de moda—demodé—y los amigos se mueven de acuerdo con los intereses económicos y comerciales, que La Habana no puede honrar por su crisis financiera y carecer de mercancías para exportar.
Tienen que asirse a Chávez. Pero la situación en Venezuela es muy complicada y los resultados de las elecciones presidenciales de finales de 2012 son muy inciertos. En ese contexto, el mandatario anunció una operación quirúrgica, supuestamente de urgencia en el curso de una visita en junio, impuso su presidencia desde La Habana durante casi un mes e informó un padecimiento de cáncer en lugar indeterminado. Estos acontecimientos han incrementado la efervescencia política y social en Venezuela. Razones suficientes para preocupar sobremanera a las autoridades cubanas que sí conocen la verdadera situación del benefactor, que declina gentilmente el ofrecimiento de su homóloga brasileña para recibir tratamiento médico y salta de Caracas a La Habana, en ejercicios teatrales llamados sesiones de terapia, bajo la dirección de Fidel Castro y el acompañamiento de Raúl.
Por otra parte, los pronunciamientos y actitudes hacia Estados Unidos han sido contradictorios desde la sorpresiva gravedad del Comandante en Jefe. Por primera vez Raúl Castro habló sobre la evolución de la salud del Máximo Líder el 18 de agosto de 2006, y sobresale que ya en esa oportunidad expresó disposición a normalizar las relaciones. El 2 de diciembre, en ocasión del 50 aniversario del desembarco del Granma ofreció abrir las negociaciones. El 4 de diciembre de 2008 afirmó que podría hablar con el presidente electo “donde lo desee.” Sin embargo, en el curso de 2009, Fidel Castro interfirió con ataques a Barack Obama en sus Reflexiones; súbitamente realizó su primera aparición pública el 7 de julio de 2010, cuando Raúl Castro había prometido excarcelar a los 52 presos de conciencia de los 75 que aún permanecían en prisión, como resultado de sus conversaciones con la Iglesia Católica Cubana, y el día 12 se mostró en un programa de televisión. Su presencia fue disminuyendo hasta poco antes de la realización del VI Congreso del Partido, en abril de 2011, cuando anunció su retiro definitivo de los cargos oficiales. Evidentemente, Raúl Castro logró relegarlo a una posición simbólica. En el curso de casi 5 años perdió su aureola mística y el pueblo cubano culpa a él y sus incondicionales dirigentes por imposibilitar los cambios para superar la crisis, creada por él mismo.
Contra cualquier lógica, el contratista norteamericano Alan Gross fue encarcelado el 3 de diciembre de 2009, acusado de entregar equipos sofisticados de comunicación a opositores cubanos por órdenes de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Con anterioridad había visitado Cuba y la USAID reconoció que ayudaba a judíos, con teléfonos celulares y computadoras. El juicio demoró hasta el 11 de marzo de 2011, cuando recibió una condena de 15 años de cárcel, mientras la vista del recurso de casación interpuesto por Gross se realizó para el 22 de julio en la Sala de los Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Supremo Popular. Si se comparan las fechas de resurgimiento y retiro de Fidel Castro con el apresamiento del norteamericano podría llegarse a la conclusión de que coinciden con la aparente lucha por mantener el poder e obstruccionar el mejoramiento de las relaciones con Estados Unidos.
La Administración Obama ha desarrollado una inteligente política proactiva, acorde con la nueva situación existente en Cuba. Desde la campaña electoral, Obama gozó de gran simpatía y levantó grandes esperanzas en el pueblo de este lado del Estrecho de la Florida. Esos sentimientos se profundizaron debido al levantamiento de las prohibiciones al envío de remesas y los viajes, que han contribuido a mejorar las difíciles condiciones de vida de gran parte de los cubanos. Igualmente la presencia de académicos, religiosos, estudiante, y las actuaciones y las exposiciones de norteamericanos más allá de La Habana, así como los viajes de cubanos con iguales objetivos, incluso a Miami, han tenido un impacto muy positivo en el encuentro de nuestras sociedades.
CUBA Y ESTADOS UNIDOS, POSIBLE FUTURO
Los contactos y la asistencia entre cubanos y cubanoamericanos, y la diplomacia de los pueblos mediante las visitas a Cuba de los norteamericanos podrían contribuir al avance de los cambios que la inmensa mayoría de los cubanos procura, en este proceso excepcional iniciado el 31 de julio de 2006, con muchas dificultades, pero que es irreversible. Resulta imprescindible eliminar los contraproducentes sentimientos de revancha.
Lamentablemente Estados Unidos está inmerso en serios problemas económicos internos y grandes responsabilidades frente al terrorismo y los conflictos internacionales en medio de los preparativos de las elecciones 2012, incluso la presidencial. Indudablemente el tema cubano no constituye una prioridad, pero las medidas confrontacionales y aislacionistas sí son utilizadas, como usualmente, en la política doméstica por los representantes y senadores cubano-americanos, y los legisladores afines a ellos, para amenazar otros temas relevantes con su votación en las Cámaras, y las elecciones en el decisivo estado de la Florida. Así han logrado la posposición nuevamente del debate sobre el levantamiento de la prohibición de viajes a los norteamericanos, y más recientemente Mario Díaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen tratan de revertir las prerrogativas ejecutivas del Presidente Obama para autorizar el envío de remesas, las visitas de cubano- americanos, más aeropuertos para viajes directos y otras acciones. Sin embargo, exigen ayudar económicamente a la disidencia mediante partidas del Presupuesto norteamericano, al tiempo que pretenden impedir la asistencia de cubano a cubano, lo que tiene un impacto negativo en las personas afectadas y nuevamente sitúan a la oposición pacífica bajo las acusaciones de mercenarios que tantos años de prisión injusta han causado.
Por demás, bajo las supuestas intenciones de ayudar al pueblo cubano a liberarse de la dictadura y alcanzar la democracia parece yacer intereses económicos. Probablemente temen la competencia cubana a los empresarios floridanos y caribeños, si la economía y el turismo logran despegar. En realidad tendrá que pasar mucho tiempo para que ocurra, y mientras tanto se impedirá a los cubano-americanos y norteamericanos invertir en la reconstrucción y desarrollo. Precisamente, los empresarios de otros países desde hace años procuran posicionarse en los sectores más promisorios antes de tener que enfrentar la licitación con las compañías norteamericanas, que ofrecerían mejores opciones inversionistas, así como oportunidades de la tecnología de punta, productos de calidad, y otras.
Por el contrario, si la intención es beneficiar al pueblo cubano, deberían reconocer que actualmente se podría expandir el incipiente trabajo por cuenta propia mediante las remesas y el envío de insumos. Ese sería el germen de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) y con ello la independencia económica que el totalitarismo siempre ha procurado impedir por terror a que conduzca a la independencia política. Afortunadamente entre nuestros compatriotas en Estados Unidos avanza una visión más amplia y el propósito de contribuir realmente la reconstrucción de la nación cubana. En ese sentido se dirigen las propuestas para conceder micro-créditos, cursos y otras acciones. Resulta muy importante el intercambio de conocimientos y la capacitación, teniendo en cuenta que no existe tecnología avanzada, bibliografía actualizada, ni acceso libre a Internet. Ese podría ser el inicio de las inversiones directas en Cuba, incluidas norteamericanas. Las posibilidades son inmensas, debido al atraso tecnológico y la destrucción de la industria, la agricultura y toda la infraestructura. Indudablemente deberá existir una legislación que dé garantías a todas las partes. Mantener o endurecer la política de Estados Unidos aniquilaría las posibilidades de que el gobierno cubano admita el comienzo de esos esfuerzos.
Por otra parte, la venta por Estados Unidos, fundamentalmente de alimentos, se mantendrá, y en caso de que se incrementaran las visitas, podría crecer, ya que no existe producción nacional para abastecerlas. Esto significaría fuente de ganancias para los agricultores y empresarios norteamericanos, cuyo comercio ya ocupa el quinto lugar en las relaciones internacionales de Cuba. También el turismo es promisorio para la construcción y explotación de instalaciones hoteleras por las compañías norteamericanas, de cubano- americanos, y propiciar la participación de propiedad privada nacional, pues actualmente no hay capacidades considerables. Además la prospección y explotación de petróleo en las aguas cubanas del Estrecho de la Florida podría resultar atractiva. Evidentemente con esos fines se acondiciona el puerto de Mariel fundamentalmente por compañías de Brasil, así como con vista a la explotación petrolera cubana en el golfo y ofrecer servicios al aumento de tránsito marítimo por la ampliación del Canal de Panamá.
No puede olvidarse que el pueblo desesperado podría invadir las costas de Estados Unidos, si se agravaran la miseria y la falta de oportunidades. Mucho más terrible sería si ocurriera como resultado de una gran inestabilidad social reprimida sangrientamente. Probablemente miles de cubanos morirían en el mar y los guardacostas norteamericanos no serían suficientes para detener el éxodo masivo.
Indudablemente, la liberación del contratista Alan Gross, posiblemente mediante una decisión del Consejo de Estado argumentando la enfermedad propia y de sus familiares, abriría el camino para el avance de vínculos normales. El futuro de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos depende de la inteligencia y la buena voluntad de los dignatarios y pueblos de ambos países.
SUMARIO
1. Fidel Castro utilizó la confrontación con Estados Unidos para consolidar su poder absoluto, justificar los problemas económicos debido a su errática y voluntarista conducción, y justificar la represión y el irrespeto a los derechos humanos, adecuándola a las circunstancias de cada etapa.
2. Desde Estados Unidos se insistió en mantener políticas agresivas o inflexibles que fueron utilizadas sagazmente por Fidel Castro. No obstante, en las oportunidades en que hubo intentos de lograr cierta distensión con aperturas hacia el pueblo cubano, como durante las Administraciones de Jimmy Carter y Bill Clinton, desde La Habana se propiciaron serios incidentes como el Éxodo de Mariel y el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, respectivamente.
3. A partir del 31 de julio de 2006 con el anuncio de la grave enfermedad de Fidel Castro, y el paulatino traslado del poder a Raúl Castro empezó una etapa imprevista e irreversible en Cuba. El fallecimiento del jefe único e indiscutible muy probablemente habría propiciado cambios de apreciable calado para afrontar el vacío y, sobre todo, para procurar la salida de la crisis económica, iniciada en 1990 con la pérdida de las subvenciones soviéticas y el llamado “Período Especial,” que los petrodólares venezolanos no eliminó. Sin embargo, la lucha por la sobrevivencia física fue tan fuerte como la lucha por la sobrevivencia de su poder absoluto. Hugo Chávez jugó un papel trascendental en mostrar al moribundo, como si ya gozara de buena salud. Y como quien paga, manda, el venezolano ha interferido en el destino de Cuba y su pueblo.
4. En el curso de los pasados 5 años, no obstante, se produjo un viraje en la historia cubana. Se inició una transición, aunque no convencional de la dictadura a la democracia, sino en la dictadura que pugna por adaptarse para sobrevivir a los dirigentes que durante 46 años hicieron lo mandado, sin poder expresarse ni decidir; con las generaciones mandadas, acostumbradas a fingir y mentir, o sea a la doble moral, desinformadas y sin memoria de la historia que fue naciendo en los esfuerzos por forjar las instituciones y la democracia. Lamentablemente, desde la década de 1950 solo hemos conocido dictaduras y luchas entre cubanos. Pero es el caso que el reconocimiento público de los problemas y las promesas de Raúl Castro parecen haberse entrampado en las contradicciones entre los dignatarios, la incapacidad para adoptar cambios trascendentales, incluso únicamente de carácter económico, y el horror a eliminar las mismas prohibiciones que reconocen hasta irracionales porque podrían abrir la libre determinación de los cubanos. Paulatinamente en la población esto ha provocado la pérdida de esperanzas y de credibilidad del gobierno. Desde hace tiempo en Cuba existe una abarcadora crisis política, económica y social, que las timoratas medidas económicas no han podido resolver.
5. Los jóvenes carecen de incentivos y medios adecuados para estudiar y trabajar, y solo ven esperanzas en el extranjero, fundamentalmente en Estados Unidos. Más del 70% de la población cubana nació después de 1959. No tienen acceso a los nuevos conocimientos y tecnologías; están privados de Internet. Mientras, se anunció el despido de 1,3 millón de trabajadores, la población envejece y la natalidad decrece porque los salarios son miserables, no existen condiciones de vida mínimamente adecuadas y no se vislumbra el futuro.
6. Por todo lo anterior, los cubanos merecen ayuda. Indudablemente cada país tiene sus prioridades e intereses, pero para poder conocer lo que acontece hay que estar in situ; para contribuir sinceramente con una población empobrecida económica, técnica, ética y cívicamente son indispensables políticas proactivas, muy ligadas a los intercambios entre los ciudadanos con experiencia disímiles. La libertad y la democracia son perfectamente tangibles al apreciar los derechos y las oportunidades de la vida cotidiana a través de la comunicación natural. No se imponen, se ejercitan, se viven.
7. A las provocaciones de quienes no logran despojarse de sus ataduras mentales, como son ciertas interferencias desde el gobierno de La Habana, que por cierto no es monolítico, no puede continuar respondiéndose con los hechos esperados por sectores obstruccionistas dentro él mismo. A las inteligentes medidas de asistencia al pueblo cubano emprendidas por la Administración Obama, e incluso a los atisbos de avance del General Raúl Castro, se interpuso la prisión del contratista norteamericano Alan Gross. Los sectores talibanes que pierden el poder en Cuba procuran justificaciones para impedir el contacto entre los cubanos y cubano-norteamericanos a ambos lados del Estrecho de la Florida; no soportan que los familiares y amigos mitiguen la miseria y hagan más independiente mediante el envío de remesas, y que actualmente contribuyan a la prosperidad de los cuentapropistas que podrían ser el germen de las pequeñas y medianas empresas. Tratan de que no progrese el levantamiento de las prohibiciones a las visitas de los norteamericanos, porque saben la influencia que podría tener la diplomacia pueblo a pueblo. Temen las representaciones culturales y los intercambios científicos, técnicos, académicos, religiosos y otros en Cuba, así como las participaciones de cubanos en Estados Unidos.
8. De aquel lado, los cubanos, cubano-americanos y los norteamericanos comprenden estas realidades cada día más. Quienes tienen raíces de este lado, pero continúan aferrados al pasado cuando sus padres y muchos de ellos mismos tuvieron que salir al exilio, perdieron sus propiedades o sufrieron prisión y hasta fusilamientos, deberían comprender que 52 años no pasan por gusto. Esta Cuba no es aquella, y estos cubanos son otros. Más aún, se vive un período de inestabilidad y penuria que podría desembocar en positivos cambios o convulsiones reprimidas con sangre. El pueblo cubano y la disidencia son pacíficos. Es época de renunciar a los intereses personales y fomentar la reconciliación.
9. Los meritorios e influyentes legisladores cubanoamericanos podrían demostrar su desinteresado amor al pueblo cubano, alejándose de políticas obstruccionistas y apoyado las inteligentes políticas proactivas del Presidente Barack Obama, quien goza de gran simpatía entre el pueblo en Cuba. Igualmente deberían apoyar a los empresarios cubano-americanos para que participen en el país, a partir de colaboración con los propietarios privados en cierne y otros negocios.
10. Estados Unidos es el quinto socio comercial de Cuba, a pesar del embargo. La Habana importa el 80% de los alimentos indispensables para la población; compra gran parte de ellos en Estados Unidos. Los empresarios norteamericanos podrían tener participación mutuamente ventajosa en el auge de la economía, la reconstrucción de la infraestructura y las inversiones en muchas ramas. Hasta ahora, europeos y latinoamericanos se están posicionando en los sectores más promisorios, antes de tener que enfrentar la competencia y las licitaciones estadounidenses. Evidentemente las políticas de Estados Unidos durante 52 años no han logrado sus objetivos. El régimen cubano, aunque se resiste al cambio, no lo puede impedir. Es momento de asistir al pueblo cubano con las tradiciones democráticas del pueblo norteamericano.
11. La excarcelación del contratista Alan Gross, posiblemente aduciendo razones humanitarias, sería muestra de cordura y buena voluntad por parte del gobierno de Cuba. Sin embargo, la demora en su retorno a Estados Unidos no debería lesionar las medidas discrecionales adoptadas por Barack Obama, las cuales benefician directamente al pueblo cubano. Incluso deberían incrementarse las acciones del Presidente, de acuerdo con las posibilidades aún existentes en las leyes.
Leave a Reply