Author’s note 1
Se ha teorizado poco sobre la vida diaria cubana y la economía política según se relata en internet. Los estudios del Holocausto ofrecen perspectivas que ayudan a entender los efectos de la economía de la miseria en la vida diaria de las personas que viven bajo restricciones semejantes al confinamiento, aunque este no es un estudio comparativo. En la primera parte de este trabajo se examinan algunos procesos de clasificación y explotación de los guetos judíos y la afinidad con la economía política de la miseria, que traduzco como economía de la indigencia extrema infligida (Allen; Triff “El otro racismo”), economía de guerra (Azor) o “embargo interno” (Sanguinetty). En la segunda, se analizan aspectos de la vida diaria cubana como parte de la vida bajo confinamiento y manifestaciones del estado de indigencia infligida representadas en las historias que los escritores publican en internet. Esta perspectiva cultural permite hacer visible algo que de otra manera permanecería oculto a simple vista: el encierro y su “naturalización” como parte de la insidiosa economía de la miseria.
Los estudios del Holocausto ayudan a comprender la naturaleza profundamente traumática del proceso de sobrevivir en la economía de la miseria. En los testimonios de las víctimas y sobrevivientes del Holocausto los investigadores encuentran expresiones como (1) no entender lo que sucede; (2) no tener palabras para expresar lo que se experimenta; (3) incredulidad ante la información que se recibe o su rechazo; y (4) aceptación de la victimización como condición “normal” o natural. Las tres primeras frases se podrían relacionar con la incapacidad de la razón de la víctima para lidiar con la experiencia traumática mientras que la última sería resultado de la interiorización de la experiencia catastrófica como la nueva norma de conducta, como estilo de vida, que los especialistas llaman rutinización (Bergen 53); es decir, sería consecuencia de la resocialización. 2 Por ejemplo, Adam Czerniakow, el líder del Consejo Judío del gueto de Varsovia, da muestras de casi todas estas expresiones en The Warsaw Diary of Adam Czerniakow y la obra de Primo Levi Survival in Auschwitz podría leerse como un estudio en resocialización dentro de los campos de concentración. La literatura sobre el tema también se extiende a la vida dentro del gulag soviético y su relación con la vida diaria fuera del gulag (Todorov); Svetlana Boym, por su parte, ha colocado dentro del edificio colectivo, la habitación colectiva o kommunalka, la unidad básica del espacio donde transcurre la vida diaria soviética (123–24). En los últimos sesenta años muchos cubanos han tenido expresiones similares cuando se les pide que expliquen lo que sucede en la isla. Tener en cuenta experiencias como la nazi y la soviética contribuiría a entender las narraciones de los cubanos para saber la verdad del castrismo.
LOS GUETOS JUDÍOS
Un instrumento importante para entender la relación entre confinamiento y economía de la miseria es el estudio de los guetos judíos, pero antes debe hacerse alguna precisión. La percepción predominante de los guetos como parte de un plan de exterminio de los judíos o incluso como equivalente a exterminio se encuentra muy divulgada mientras que las otras funciones de los guetos entre 1939 y 1944 no han llamado la atención de los historiadores de la misma manera, según el especialista Dan Michman. Por eso podría parecer exagerado o absurdo hablar de guetos judíos y encierros cubanos. Por fortuna en 2011 Michman abrió la posibilidad de estudiar los guetos con más detalle con su libro The Emergence of Jewish Ghettos During the Holocaust.
Dicho en pocas palabras Michman demuestra que los guetos creados por los nazis tuvieron varias funciones una de las cuales, es cierto, fue parte de la Solución Final, el exterminio de los judíos europeos, pero no fueron concebidos desde el principio con este propósito (154). 3 El especialista contradice la percepción histórica predominante de que los guetos son equivalentes a los campos de concentración y exterminio aunque en algún momento los guetos funcionaron como campos de concentración, hubo trabajo forzado y hubo muchas muertes por hambre, enfermedades y maltratos como en los campos de concentración. La perspectiva cultural de Michman por primera vez explica la vida diaria en los guetos en las que, hacinados en pequeñas habitaciones en ciudades casi siempre, había judíos ricos y pobres, organizaciones de beneficencia y políticas, empresas y mendigos, cabarets, restaurantes, orquestas, servicios religiosos, escuelas, fábricas que trataban de llevar una vida de apariencia normal en convivencia con corrupción, mercado negro, golpizas, humillaciones, mendigos, cadáveres abandonados en las calles y cementerios desbordados.
El especialista afirma que había variedad de guetos y describe dos etapas que tienen interés particular: funcionaban para segregar a la población y se proponían (1) restringir la libertad de movimiento hasta junio de 1941 y (2) ofrecer residencia temporal en la que los judíos estuvieran disponibles para lo que fuese necesario mientras se decidía qué hacer con ellos entre 1941 y 1943 (149). En estas dos etapas, los judíos vivían hacinados, bajo escasez extrema, con falta de control sobre sus vidas casi total, pero todavía coexistían quienes mantenían la ilusión de normalidad porque tenían trabajo, conseguían alimento para su familia, se dedicaban al mercado negro, trabajaban para la administración del gueto o pertenecían a la policía del gueto, y se dedicaban a vigilar y castigar a los otros judíos con quienes habían sido abandonados al fondo de la pirámide social de los guetos como los pobres, los desempleados, las mujeres, los ancianos, los enfermos y los niños. 4
El encierro cubano
Otra precisión importante debe hacerse sobre el uso de la frase “encierros cubanos” porque aunque los manuales de historia y sociología identifican al régimen como totalitario o autoritario, es difícil mostrar una representación precisa en la opinión pública por tres razones principales. La primera es que existe una representación histórica del totalitarismo muy divulgada que se basa en la propaganda de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría; en ella el totalitarismo se representa con imágenes de ejércitos marchando al unísono y concentraciones masivas ante el líder único, y como consecuencia del totalitarismo se muestran imágenes de los campos de exterminio nazis. Es difícil llamar totalitarismo a regímenes cuyas imágenes no se ajustan a ese estereotipo mediático. Además existe la dificultad de comprender un fenómeno traumático de la magnitud del totalitarismo, de entender “qué pasa”, y aun entre los que lo comprenden hay quienes rechazan aceptar esa realidad porque perjudica sus intereses. 5
Ni la sociedad cubana que el régimen presenta ni la que representan los activistas, los opositores y los periodistas independientes parece, a primera vista, una sociedad de “encierro”; aunque a menudo se escucha a los detractores del régimen decir frases como “Cuba es una cárcel” o “En Cuba no se puede vivir” estas expresiones parecen contrarias al sentido común porque un país con once millones de habitantes no puede ser una cárcel. En este trabajo, sin embargo, se demuestra que los estudios recientes sobre los guetos judíos contribuyen a explicar la diversidad de formas en las que los regímenes totalitarios imponen su voluntad de segregación, confinamiento y explotación de la sociedad. La palabra confinamiento o encierro no implica solo la segregación dentro de un espacio amurallado y vigilado. Por ejemplo, Michman explica que entre 1933 y 1939 los judíos alemanes fueron segregados de la sociedad nazi sin necesidad de muros y a partir de 1939 había guetos que no tenían muros en los territorios ocupados del este europeo. Las leyes, las “costumbres” impuestas y las organizaciones represivas se encargan de establecer los límites del confinamiento. La sociedad isleña, a grandes rasgos y guardando la distancia, se comporta de manera semejante en particular en relación con las actividades que Michman señala como segregación, la restricción de movimiento, hacinamiento o condiciones de vida insoportables (146). Es importante señalar que, semejante a la vida de los guetos, tanto los “vigilantes” y los “verdugos” —es decir, los revolucionarios— como los vigilados y las víctimas de la violencia padecen las mismas condiciones de encierro (Triff “El otro racismo,” 323; 325). 6
Confinamiento y economía de la miseria
Es necesario explicar por qué se señala al gobierno-estado-partido como responsable de esas condiciones de encierro. La segregación, la limitación de movimiento, la sobrepoblación y la vida insoportable son comunes en casi todas partes del mundo, incluido Norteamérica y Europa, y es razonable preguntar por qué señalar al régimen por condiciones de vida que son comunes transhistórica y transculturalmente. La respuesta es que la sociedad de encierro cubana no es ni un accidente histórico o cultural ni determinada histórica o culturalmente. El castrismo, como el nazismo y el comunismo soviético, no fue parte de un proceso histórico inevitable; fue producto de las decisiones de un grupo en el poder y está representado en las leyes del país de forma tal que impone una economía de indigencia extrema a la sociedad confinada. 7
La vida bajo confinamiento que estudia Michael T. Allen en los campos nazis de trabajo forzado (1) facilita la explotación de la energía humana para lo que el estado-gobierno-partido dictamine; y (2) contribuye al afianzamiento de la ideología y esta última domina sobre la primera, según el especialista. En los guetos sucede algo semejante con toda la población que incluye a la administración el Consejo Judío y a la Policía Judía. En Cuba también se controla a los seres humanos para disponer de su energía, tanto la de los “revolucionarios” como de los “apáticos”, los cuentapropistas y los activistas de la sociedad civil. Los “revolucionarios” (la burocracia y la policía) trabajan pero también vigilan y castigan al resto de la sociedad, es decir, se vigilan y castigan unos a otros (Triff “El otro racismo,” 323); cada uno es victimario, espectador y víctima.
La vida diaria bajo confinamiento
Lo dicho más arriba permite observar los guetos judíos como espacios cerrados en los que los nazis explotaban a los judíos y reforzaban el antisemitismo; los judíos eran vigilados y castigados por organizaciones judías y mientras se decidía su destino ellos mantenían una semblanza de vida normal en estas nuevas condiciones extremas. Los testimonios de la época dejados por las víctimas y los sobrevivientes son las referencias más importantes de la vida en los guetos. Por un lado contrastan con la propaganda nazi que presentaba algunos de estos lugares como centros que proporcionaban trabajo o descanso, como por ejemplo el gueto de Theresienstadt. Por otro, estos escritos muestran un panorama fragmentado de la vida diaria casi tan imposible de imaginar como la del exterminio porque pasan hambre, se alimentan del marcado negro, viven cada vez más hacinados salen a trabajar todos los días, asisten a ceremonias religiosas, van a las escuelas, aprenden oficios mientras al mismo tiempo conviven con los desamparados, los desahuciados y los muertos que genera la economía de indigencia infligida. En Cuba podría decirse de manera semejante que mientras los habitantes parecen llevar vidas normales en los diarios digitales de algunos escritores aparecen descripciones de la discriminación, la escasez, el hacinamiento, el mercado negro así como observaciones del proceso de “eliminación” de la sociedad de los desamparados, la población envejeciente, los abortos (o la baja natalidad) y la migración forzada al interior o al exterior del país.
La narración de la vida diaria y las tradiciones literarias
El encierro en la literatura cubana tiene dos vertientes importantes a las que no me refiero en este trabajo. 8 Estos escritos que analizo más adelante parecen tener cierta afinidad con un género literario como el cuadro o artículo de costumbres. Este es un género que cobra forma en el siglo XVIII con los primeros periódicos europeos y se desarrolla en la primera mitad del siglo XIX, pero aunque los especialistas lo circunscriben a ese siglo (Soriano y Martínez-Pinzón, “Revisitar”), los artículos de costumbres continuaron en el siglo XX y los que analizo más adelante, escritos en las primeras décadas del siglo XXI, parecen continuar esa tradición: están escritos en primera persona, aparecen en la prensa (digital) y cabrían dentro del concepto muy general que ofrecen Kari Soriano y Felipe Martínez-Pinzón como escritos que describen “las costumbres, tipos y estampas observadas en la sociedad presente” (7), y lo adscriben al género periodístico: “tendemos aquí a hablar de la escritura de tipos y costumbres y del género periodístico del cuadro de costumbres” (10). 9
Los críticos todavía discuten la importancia y el papel que juegan algunos elementos que componen estos escritos, pero hay coincidencia en afirmar que en los artículos de costumbres se debate la nación (más bien la región), o la clase social, o el grupo étnico, lo hacen muchas veces con humor, ironía, pasión (emoción), de manera a veces superficial (pictórica) o profunda (conceptual), y el sentido de crítica se encuentra presente en mayor o menor grado (Soriano y Martínez-Pinzón, “Revisitar”). Esta crítica gira casi siempre en torno a la modernidad. Un tipo de crítica cuestiona los elementos modernos que irrumpen en la sociedad mientras que otro tipo rechaza las costumbres tradicionales que frenan la modernidad, y quizás otros artículos quedan en no favorecer ni modernidad ni tradición sino modernización, es decir, adoptar los productos de las sociedades modernas sin interiorizar los valores, actitudes y conductas que los hacen posible. En el caso cubano, el género se usaría en sentido invertido, es decir, se describe la ruptura de las costumbres (tradicionales o modernas) cubanas por la imposición de la economía de la miseria; o se describen las “costumbres” de la cultura castrista real, como alternativa a la cultura de la propaganda castrista que las autoridades llaman política cultural (Triff “Intelectuales” 337).
EL ARTÍCULO DE COSTUMBRES, EL ENCIERRO Y LA INDIGENCIA
En esta segunda parte del trabajo se analizan las entradas de un blog independiente típico como el de Yoani Sánchez, bloguera y directora del periódico digital 14ymedio. Su blog, Generación Y, comenzó en 2007; cito las primeras entradas y algunas de 2013 y 2014. Estas entradas del diario, escritas desde el punto de vista de una mujer cubana que mira desde su ventana la ciudad y el país (“Un amanecer en La Habana desde mi balcón”), presentan un cuadro implícito de la vida diaria en encierro siguiendo algunos de los elementos que Michman y otros señalan en los guetos judíos como (1) segregación (discriminación); (2) restricción de libertad de movimiento (de autonomía); condiciones de vida insoportables como (3) hacinamiento; (4) escasez; (5) corrupción; y (6) el uso propagandístico de los guetos como Theresienstadt para encubrir la política de encierro y economía de miseria.
La segregación
Una de las entradas en su diario electrónico consiste en la observación de un mecanismo de segregación racial que pasa desapercibido como la indicación de la “raza” del portador de la tarjeta de identificación o Carné de Identidad que todo natural de la isla tiene que llevar consigo. Primero explica la importancia del documento:
Acaba de nacer y en unas horas lo inscribirán con su recién estrenado nombre. Pasarán unos días antes de que los padres obtengan su certificación de nacimiento y después la llamada “tarjeta de menor”. Sin una identificación no podría recibir los productos del mercado racionado, inscribirse en una escuela, obtener un trabajo, viajar en un ómnibus interprovincial ni poner sus pertenencias en el guarda-bolso de una tienda. Cada día de su vida necesitará ese documento… (“Raza e identidad”)
Más adelante afirma:
Se ve apenas como una letra en el reverso del carnet de identidad, pero es la inicial que explica el color de nuestra piel. Esa consonante nos clasifica en una raza o en otra, nos divide en un grupo o en otro. En medio de constantes llamados institucionales a terminar con la discriminación, el Registro Civil cubano aún mantiene una categorización racial para cada ciudadano. Junto a la fecha en que nacimos y la dirección donde habitamos, se especifica también si somos blancos, mestizos o negros. La adjudicación de una “B”, “M” o “N”, en una nación con tanto mestizaje, pasa muchas veces por la subjetividad de un funcionario. (“Raza e identidad”)
Y sentencia: “Ningún ciudadano debe ser evaluado por el color de su piel, ni ubicado bajo una categoría según la cantidad de pigmento que lleva en su epidermis. Tales rezagos burocráticos tienen más de archivo carcelario que de registro cívico”. La autora critica que un documento que rige la vida de los isleños desde el nacimiento contenga un mecanismo de discriminación sujeto al capricho del funcionario y lo relaciona con el encierro o “archivo carcelario”.
Restricción de movimiento-autonomía
Las restricciones de movimiento, de autonomía, de los isleños se describen con la metáfora de un ciclista pedaleando una bicicleta. En la entrada “Pedalear” Sánchez comunica a sus lectores qué se siente cuando se pedalea en una bicicleta defectuosa:
Todas mis energías, esfuerzos y deseos de hacer algo se malgastan en un mecanismo que no avanza. Por momentos tengo la impresión de que el diseño de vida al que me obligan los problemas, dificultades e ineficiencias cotidianas, responde a una intención de no dejarme levantar “vuelo”, de no permitirme salir del rastrero ciclo de pedalear hasta el agotamiento. (“Pedalear”)
En esta metáfora de la vida cotidiana tanto la bicicleta en mal estado como los obstáculos en el camino responden a un plan (un “diseño de vida”, una “intención”) de frenar cualquier intento de dejar atrás (“levantar ‘vuelo’”) un círculo vicioso cuyo fin es agotar sus energías (un “rastrero ciclo de pedalear hasta el agotamiento”). En este párrafo la autora parece representar el estado de encontrarse bajo encierro físico y psicológico (“levantar ‘vuelo’” podría significar también ejecutar un proyecto de vida autónomo) con un fin destructivo (“hasta el agotamiento”). Este fragmento ilustra las observaciones de Michael T. Allen sobre los objetivos de la economía de la miseria que obtiene el trabajo físico de los confinados pero también el usa ese trabajo a manera de castigo hasta el extremo y para reforzar la ideología de los vigilantes más que para obtener eficiencia económica (96).
Los efectos del hacinamiento
En el artículo titulado “Colchones,” Sánchez presenta a los reparadores ambulantes de colchones, y de manera indirecta muestra algunos efectos del hacinamiento durante tres generaciones y la humillación de vivir sin privacidad. “Una mujer les grita desde el balcón y entonces hacen un alto junto al carromato que empujan. En la propia acera [los reparadores] arman el taller. Sobre unos tablones y a la vista de todos. Los muelles rotos se reemplazan, las agujas enormes cosen los bordes y el viejo forro manchado aquí y allá, se sustituye por otro hecho con tela de sacos de harina”. Sánchez continúa:
Los reparadores de colchones siempre tienen trabajo, mucho trabajo. En un país donde tantos duermen aún sobre la misma cama que descansaron sus abuelos, este oficio se vuelve vital… Reparan lo que ha vencido su fecha de caducidad hace décadas, le devuelven un sueño cómodo a quienes cada madrugada se pinchan las espaldas con algún muelle salido de lugar. (“Colchones”)
El colchón permite inferir las consecuencias del hacinamiento incluido el tormento de “quienes cada madrugada se pinchan las espaldas con algún muelle”. Pero la reparación revela algo quizás más doloroso. Dice Sánchez:
Una madre tiene pena de las marcas de orine que el hijo más chiquito ha dejado sobre la cama. Otros se avergüenzan porque los vecinos verán los sucesivos remiendos que le han hecho a sus colchones durante años. Las frases al estilo de “este no es mío, sino de un pariente, pero voy a hacer el favor de arreglárselo” se suceden. Algunos se aparecen con una estructura amorfa, sin esquinas definidas y hundida en el centro, que necesitaría más un pase mágico que una reconstrucción. (“Colchones”)
A la vida en hacinamiento se suma la humillación de vivir en esas condiciones. La investigadora y artista Svetlana Boym, al describir su propia experiencia de vivir en un “communal apartment”, que traduzco como habitación colectiva soviética (cuarto de solar, cuartería o “albergue” castrista), cuenta algo similar (124–25). Boym explica la vergüenza (la “pena”) del hacinamiento infligido:
Embarrassment is the most characteristic feature of the communal life: it does not happen in solitude. Embarrassment is the painful awareness of one’s loss of control in the presence of others, the self-consciousness of loss of confidence… Embarrassment was so frequent it almost turned into a ritual in itself. The consequences of ritual embarrassment varied: it could lead to establishing communal tolerance, to making a compromise of minimal plausible conviviality in the impossible circumstances, or to continued intolerance and repressed anger. (148)
Esta entrada del diario digital no incluye una crítica ni un juicio moral de Sánchez, pero deja al lector, como en muchos artículos de costumbres, la oportunidad de reflexionar sobre cómo sería la vida diaria de personas hacinadas en las que uno tiene que dormir en el colchón en el que quizás murieron sus abuelos, sufre durante años todas las noches los pinchazos de los muelles y luego si tiene oportunidad de repararlo sufre además la humillación de exponer su vida íntima al juicio de los demás.
La escasez y la corrupción
El artículo “Alquimia y mentira” trata explícitamente sobre robo mediante la adulteración de los componentes de los productos de consumo diario, pero la motivación del robo es el hambre, la escasez y la corrupción:
Vivimos en una sociedad de alquimistas. No convierten el hierro en oro, pero son hábiles para reemplazar ingredientes y adulterar casi todo. Su meta es timar a cualquier cliente o robarle al mismísimo estado. Para lograrlo despliegan hasta la tabla periódica de Mendeléyev en busca de elementos que puedan ser sustituidos por otros más baratos. (“Alquimia”)
En este artículo el ladrón parece ser tratado con ironía o humor cuando se le llama “alquimista”. Bajo el comentario sobre el robo realmente se habla de la esencia del control sobre el cuerpo humano que es el hambre, la privación de los alimentos. En el castrismo clásico se decía “Aquí nadie se muere de hambre” como ejemplo de distribución igualitaria de los alimentos, pero parece ser que era producto del manejo científicamente controlado del hambre para dominar a la población. Los estudios de los guetos judíos proporcionan información al respecto. En guetos como el de Varsovia había tarjetas de racionamiento, alimentos subsidiados y un activo mercado negro del que se beneficiaban judíos, polacos y alemanes (Hilberg y Staron 59); los nazis sabían que el contrabando iba contra sus propias reglas pero lo aceptaban porque no estaban dispuestos a mejorar las condiciones de vida de los judíos (Hilberg y Staron 55), así que hasta un 80 por ciento de los alimentos que entraban al gueto llegó a provenir del contrabando (Lacqueur 261); la única preocupación de los nazis parecía ser el temor a las epidemias (Hilberg y Staron 55). Esta experiencia no es extraña a los habitantes de Cuba.
Sénchez menciona alimentos como salsa de tomate que no contiene tomate, ron hecho con alcohol “de hospital” o agua del grifo que se vende como agua mineral. El pan es uno de los alimentos más adulterados, según la escritora:
Dentro de la larga lista de lo falseado, el pan del racionamiento ocupa el primer lugar. Se trata del producto más adulterado de nuestra canasta básica, cuya fórmula se extravió hace décadas por culpa de la estandarización y el desvío [robo] de recursos.
En las panaderías los “alquimistas” alcanzan niveles de verdadera genialidad. Agregan cantidades enormes de levadura para que la masa crezca con desmesura y se obtenga ese “pan de aire”, que nos deja las encías adoloridas y el estómago sin saciar. Ni hablar de sustituir la harina de hornear por otra usada en la fabricación de pastas y fideos. Con ese procedimiento en nuestra boca termina algo duro, seco y sin ningún aroma. (“Alquimistas”)
Sin embargo, la autora afirma que una parte de la población tolera el robo: “Una buena parte de la población acepta estas engañifas y siente cierta solidaridad con el tramposo. ‘De algo tiene que vivir la gente’, justifican la tomadura de pelo, incluso los más damnificados” (“Alquimistas”).
Cuba es quizás el país donde un mismo gobierno-estado-partido ha controlado la alimentación de cada habitante por más tiempo sin haber experimentado guerras, catástrofes naturales, ni disturbios sociales, económicos o políticos; es razonable pensar que las condiciones insoportables como la escasez y el mercado negro son parte de la política de confinamiento en función de una economía que se basa en mantener en la indigencia a la población para obligarla a la obediencia. La expresión del primer fragmento “Vivimos en una sociedad de alquimistas” expresa que el alquimista es más que un tipo social y que la escasez, el robo y el mercado negro son algo más que una brutal costumbre local: es toda una sociedad forzada a sobrevivir fuera de la ley bajo este tipo de intercambio económico, social y policial.
Cuba, un pueblo Potemkin
Desde la primera entrada del diario digital de Sánchez se encuentra presente un rasgo esencial del artículo de costumbres ligado al debate de lo nacional: la revelación de una esencia que está oculta bajo la apariencia. Lo que se ve es una tradición o costumbre que frena al mundo moderno o lo que se ve es una sagrada tradición a punto de desaparecer por la influencia del mundo moderno. Sánchez en su primera y breve entrada desde su balcón, es decir, sin salir de su casa ve una realidad, las chimeneas de la empresa eléctrica que contaminan el medio ambiente mientras en los libros que estudió la contaminación ambiental era algo que sucedía en los países capitalistas:
“En mi libro de Geografía de 6to grado aparecía una foto sobre la contaminación ambiental en los países capitalistas. No recuerdo si era una vista de Londres o de Berlín, sólo sé que esta imagen [la fotografía de la refinería Ñico López en La Habana] se le parece” (“Un amanecer”).
La autora no enjuicia ni su pasado ni su presente; el lector es quien debe conectar la equivalencia de la foto capitalista y la realidad socialista, y el contraste de la educación que recibió la niña y la realidad que vive la mujer para descubrir lo que oculta el libro y la escena de la que la autora es testigo ocular. Pero en otras piezas Sánchez presenta al lector que no vive en Cuba la versión de la realidad isleña que ofrece la propaganda del estado-gobierno-partido en contras te con lo que ella sabe por experiencia propia.
Esta actitud tiene consecuencias en particular por la propaganda asociada al turismo y la campaña de las reformas económicas reforzadas recientemente con la promesa de que Raúl Castro renunciaría a uno de sus cargos en el gobierno. ¿Quiénes estarían dispuestos a aceptar las imágenes de la vida diaria bajo encierro que presenta Sánchez ante las postales turísticas o a observar la economía de la indigencia que subyace bajo los anuncios de reformas económicas? La realidad histórica de los guetos judíos parece tener la respuesta. Debe recordarse que Theresienstadt, el guetocampo de concentración judío en territorio ocupado de Checoslovaquia se mostró al mundo como un lugar de descanso para los judíos. El United States Holocaust Memorial Museum describe la función engañosa del lugar:
In Nazi propaganda, Theresienstadt was cynically described as a “spa town” where elderly German Jews could “retire” in safety. The deportations to Theresienstadt were, however, part of the Nazi strategy of deception. The ghetto was in reality a collection center for deportations to ghettos and killing centers in Nazi-occupied eastern Europe.
Succumbing to pressure following the deportation of Danish Jews to Theresienstadt, the Germans permitted the International Red Cross to visit in June 1944. It was all an elaborate hoax. The Germans intensified deportations from the ghetto shortly before the visit, and the ghetto itself was “beautified.” Gardens were planted, houses painted, and barracks renovated. The Nazis staged social and cultural events for the visiting dignitaries. Once the visit was over, the Germans resumed deportations from Theresienstadt, which did not end until October 1944. (“Theresienstadt”)
Esta imagen engañosa de la propaganda parece no haber escapado a la percepción de algunos visitantes recientes a Cuba como la artista Antonia Wright. A la artista le impresionó “ver lo bien que el gobierno cubano maneja su propaganda”, según informó Anne Tshida:
Cuando llegamos, almorzamos en un paladar que podía muy bien haber estado en una playa en Río de Janeiro. Nos dieron un buen menú con filete de carne, langostas, pescados enteros. Después, en el transcurso del viaje me sorprendió el nivel de vida de muchos de los artistas que conocimos. Viajaban, tenían varias casas y hacían arte político. Durante los primeros días pensé que las cosas en Cuba habían cambiado, pero después que hablé con algunos cubanos me di cuenta de que el control aún está ahí. Cuba es como un pueblo Potemkin. (Tshida)
Sánchez, como se dijo al principio, quizás no entiende todo lo que sucede a su alrededor o no tiene los conceptos académicos como “confinamiento” o “economía de guerra” para describir la vida diaria isleña pero está segura de que la versión de la nación que presenta el estado-gobierno-partido no es la nación que ella ve con sus propios ojos y rechaza aceptar como normal ambas versiones, es decir, se niega a ser una víctima. 10
Las piezas “costumbristas” parecen reflexiones prepolíticas por dos razones. Primero, es cierto que Sánchez rechaza la nación que presenta la propaganda oficial y también que no presenta la vida diaria isleña con sus mejores colores, pero la autora en estos artículos parece motivada por ejercer la libertad negativa, la libertad de rechazar, aunque el acto de escritura sería una forma de tomar control, si bien precario, sobre su vida. Pero no es capaz en muchos casos de generar una visión de la nación alternativa. Por ejemplo, en el artículo “Raza e identidad” critica a la burocracia pero no señala a quienes dirigen la burocracia; en “Pedalear” la autora aspira a tener una “bicicleta” (o proyecto de vida, o sociedad) mejor pero no dice cómo es; en “Alquimistas” parece compartir con muchos isleños la tolerancia hacia quienes roban a la población y al estado para supervivir.
Segundo, estas expresiones de inconformismo parecen ser muestras de disgusto con el “carcelero” más que manifestaciones políticas contenciosas, tal y como se entiende en sociedades más abiertas. Por supuesto que para el régimen cualquier expresión que no sea la obediencia es un ataque político. El régimen se presenta en guerra contra enemigos imaginarios y califica todo acto de desobediencia como un ataque de sus enemigos contra la seguridad del estado. Muchos actores de la sociedad civil y exiliados ven de manera parecida cualquier acto de desafío como uno político, porque ambas partes comparten la cultura autocrática revolucionaria (de corte anarquista) en la que cualquier desafío, acto de resistencia, o desobediencia equivale a una acción política con el fin de derrocar al régimen. En realidad estas son manifestaciones de rechazo y denuncia de la inhumanidad del trato que reciben los isleños bajo la economía de la miseria pero no es equivalente a una manifestación política, ni tampoco a una simple muestra de malestar económico. La brutalidad de esta economía política hace imposible la manifestación política. ¿Puede existir la política en una sociedad de confinamiento?
¿Puede existir actividad política bajo una economía en la que el estado-gobierno-partido mantiene a la sociedad en condición de indigencia permanente? En estas sociedades no se puede hacer más que defender un mínimo de humanidad personal o algún gesto que denote la existencia de la dignidad humana. Primo Levi afirma:
we still possess one power, and we must defend it with all our strength for it is the last—the power to refuse our consent. So we certainly wash our faces without soap in dirty water and dry ourselves on our jackets. We must polish our shoes, not because the regulation states it, but for dignity and propriety. We must walk erect, without dragging our feet, not in homage to Prussian discipline but to remain alive, not to begin to die. (41)
Pero “el poder de negar nuestro consentimiento” no equivale a una expresión contenciosa política. Una sociedad donde sostener las funciones básicas de la vida es la única muestra de actividad autónoma la política no es posible, como no es posible la política en el cuartel, la iglesia, el hospital, la cárcel, la guardería infantil o el reformatorio para menores. En este sentido, la ambivalencia ideológica que permite el artículo de costumbres es el género periodístico-literario ideal para expresarse en una sociedad con estas características, parecida al testimonio que dejan los diarios de Czerniakow y Ringelblum.
CONCLUSIÓN
Los estudios culturales del Holocausto recientes, como la obra de Dan Michman, permiten observar la sociedad de confinamiento vinculada a la economía de la miseria de manera transhistórica y transcultural y estudiar las consecuencias de esa política económica en la experiencia humana de sociedades donde se implantó el totalitarismo como la cubana. El estudio de los guetos judíos y su semblanza de “normalidad” proporcionan un punto de referencia histórica desde el que las narraciones de la vida diaria isleña cobran un significado más profundo; en particular, estas narraciones muestran que, similar a las narraciones de los guetos, aunque no haya muros la segregación, el hacinamiento, las condiciones de vida insoportables permiten al estado-gobierno-partido controlar las energías de los isleños, y reforzar la ideología y la propaganda. Como la sociedad de los guetos judíos, la sociedad de confinamiento incluye a vigilantes y vigilados. La verdadera división social se encuentra entre las autoridades regimentadoras, que son pocos alrededor de la familia Castro, y los regimentados, que son el resto de la población incluido policías, informantes y militares.
Esta vida diaria incluye la imposibilidad de llevar una vida moral y legal, es decir, la dignidad humana mínima se sostiene en condiciones precarias, como cuando se está obligado a llevar un Carné de Identidad con etiquetas racistas, a comprar alimentos y productos de aseo personal adulterados o reparar un colchón viejo en medio de la calle; como expresa el testimonio de Primo Levi, ese trazo mínimo de dignidad se sostiene apenas con gestos simbólicos que sirven para negar consentimiento al perpetrador, pero esa resistencia no es suficiente para transformarse en un acto de desafecto político porque no existe espacio público mínimo para expresiones de política contenciosa (Triff “Cambio cultural,” 332). El estudio de Michman sobre los guetos judíos contribuye a despolitizar la percepción de la sociedad cubana y a estudiarla como un complejo industrial carcelario que solo se puede desarticular por la fuerza (Hitler) o “desde arriba” (Franco; Gorbachov) (Triff “Intelectuales,” 345).
Los artículos de costumbres son ambivalentes ideológicamente pero son muy claros en mostrar la vida diaria como inaceptable y la vida que presenta la propaganda del régimen como falsa. El cuentapropismo, que Sánchez presenta muy bien en artículos como “Un día sin cuentapropistas”, si se coloca en el contexto de la sociedad carcelaria y la economía de la miseria demuestra que “el trabajo (por cuenta propia) no libera al hombre” en una sociedad totalitaria. De hecho, fuera de contexto de la economía de la miseria el cuentapropismo podría ser parte de la construcción de Cuba como una “población Potemkin”, como otros regímenes totalitarios hicieron en el pasado (Franco y sus típicos paradores turísticos regionales), algo que hace tiempo se observa en Cuba. 11
OBRAS CITADAS
Allen, Michael T. The Business of Genocide: The SS, Slave Labor, and the Concentration Camps. Chapel Hill y Londres: University of North Carolina Press, 2002.
Azor Hernández, Marlene. “‘Economía de guerra,’ decisión irracional.” cubaencuentro.com, 18 julio 2016.
Bergen, Doris L. War and Genocide: A Concise History of the Holocaust. Lanham, MD: Rowman & Littlefield, 2003.
Boym, Svetlana. Common Places: Mythologies of Everyday Life in Russia. Cambridge: Harvard University Press, 1994.
Czerniakow, Adam. The Warsaw Diary of Adam Czerniakow: Prelude to Doom. New York: Stein and Day, 1979.
Foucault, Michel. Discipline and Punish: The Birth of the Prison. Alan Sheridan, trad. New York: Vintage Books, 1995.
Hilberg, Raúl, y Stanislaw Staron. “Introduction.” The Warsaw Diary of Adam Czerniakow: Prelude to Doom. New York: Stein and Day, 1979. 25– 70.
Lacqueur, Walter, ed. The Holocaust Encyclopedia.
New Haven: Yale University Press, 2001.
Levi, Primo. Survival in Auschwitz: The Nazi Assault on Humanity. New York: Macmillan Publishing, 1986.
Michman, Dan. The Emergence of Jewish Ghettos During the Holocaust. New York: Cambridge University Press, 2011.
Ocasio, Rafael. Afro-Cuban Costumbrismo: From Plantations to the Slums. Gainesville: University Press of Florida, 2012.
Plamper, Jan. “Foucault’s Gulag.” Kritika 3.2 (2002): 255–80.
Ringelblum, Emmanuel. Notes from the Warsaw Ghetto: The Journal of Emmanuel Ringelblum. Jacob Sloan, trad. y ed. New York: McGraw-Hill Book Co, 1958.
Sánchez, Yoani. “Alquimia y mentira.” 14ymedio.com, 1 agosto 2014.
Sánchez, Yoani. “Colchones.” 14ymedio.com, 30 diciembre 2013.
Sánchez, Yoani. “Pedalear.” 14ymedio.com, 21 junio 2007.
Sánchez, Yoani. “Raza e identidad.” 14ymedio.com, 17 febrero 2014.
Sánchez, Yoani. “Un amanecer en La Habana desde mi balcón.” 14ymedio.com, 13 abril 2007.
Sánchez, Yoani. “Un día sin cuentapropistas.” 14ymedio.com, 27 marzo 2014.
Sanguinetty, Jorge. “La economía política del embargo o bloqueo interno.” Cuba in Transition 25 (2015): 108–125.
Saumell, Rafael. La cárcel letrada. Madrid: Editorial Betania, 2012.
Sklodowska, Elzbieta. Invento, luego resisto: el período especial en Cuba como experiencia y metáfora (1990–2015). Santiago de Chile: Editorial Cuarto Propio, 2016.
Soriano Salkjelsvik, Kari, y Felipe Martínez-Pinzón, eds. Revisitar el costumbrismo: cosmopolitismo, pedagogías y modernización en Iberoamérica. Frankfurt am Main: Peter Lang Edition, 2016.
Soriano Salkjelsvik, Kari, y Felipe Martínez-Pinzón «Revisitar el costumbrismo: cosmopolitismo, pedagogías y modernización en Iberoamérica». En Revisitar el costumbrismo: cosmopolitismo, pedagogías y modernización en Iberoamérica. Frankfurt am Main: Peter Lang Edition, 2016. 7–29.
Todorov, Tzvetan. Facing the Extreme: Moral Life in the Concentration Camps. New York: Henry Holt, 1996.
Triff, Soren. “Cambio cultural y actualización económica: Internet como espacio contencioso.” Cuba in Transition 23 (2013): 330–340.
Triff, Soren. “El otro racismo: el papel del discurso revolucionario en la economía de la identidad.” Cuba in Transition 26 (2016): 322–336.
Triff, Soren. “Intelectuales ‘progresistas’ cubanos en Internet ante la emergente economía de la cultura.” Cuba in Transition 25 (2015): 335–347.
Tschida, Anne. “Artistas de Miami en La Habana, mayo del 2015: memorias de un viaje”. elnuevoherald.com, 2 septiembre 2015.
United States Holocaust Memorial Museum (USHMM). “Theresienstadt”. http://www.ushmm.org.
- Dedico este trabajo a la memoria del doctor Jacobo Pozniak que me dio en La Habana un certificado médico parecido a los que menciona Emmanuel Ringelblum en Notes from the Warsaw Ghetto. Agradezco a Silvia Pedraza la organización del panel y sus comentarios. Deseo agregar a mis agradecimientos los nombres del organizador del panel del año pasado Roger Betancourt y los comentarios de René Costales que omití en mi trabajo anterior. Gracias a Jorge Pérez-López por su labor de edición y el tiempo que me dedicó en los pasillos de la conferencia para hablar de la Segunda Economía.
- Los decretos del nuevo régimen regularon el comportamiento de los cubanos y el proceso de “rutinización” convirtió el comportamiento en parte de la vida diaria, pero en ese proceso se normalizó el terror y la persecución. Bergen explica: “Nazim became everyday routine and ordinary for many Germans, but that routine normalized terror and legalized persecution” (53–54).
- Michman resume en seis puntos que proporcionan una perspectiva nueva sobre esta institución totalitaria: (1) los guetos (vecindarios judíos claramente segregados y sobrepoblados con condiciones de vida insoportables [146]) se crean por el miedo psicológico al estereotipo cultural de los judíos de Europa del este en 1939 y 1940; (2) debe hablarse de guetos nazis en plural siempre porque no fueron un fenómeno único y observa seis estados principales entre 1939 y 1944 (148); (3) el “gueto” y el Consejo Judío” son dos instituciones nazis diferentes aunque muchas veces se entrelazan debido a que muchos consejos judíos administraban los guetos (151); (4) el establecimiento de guetos en zonas pobres era producto de una perspectiva ideológica e histórica (153); (5) los guetos deben verse como un fenómeno diferente a los campos de concentración aunque algunos de ellos en algún momento funcionaron como tales (153); y (6) los guetos representaban un agudo incremento de la política nazi antijudía pero no fueron una etapa preliminar de la Solución Final (154).
- Debe recordarse que los guardias alemanes y otros bajo su mando (por ejemplo la policía polaca) no interactuaban directa y diariamente con los judíos sino a través de judíos que formaban la Policía Judía y el Consejo Judío, organizaciones creadas y controladas por el régimen nazi. La frase vigilar y castigar es una referencia al trabajo de Michel Foucault. Aunque la obra no aborda los campos de concentración nazis ni los guetos, solo se menciona el gulag al final, la idea general de la racionalización del castigo más allá de los corporal (11), el concepto de una “economía política del cuerpo,” “even when they use ‘lenient’ methods involving confinement or correction,” (25), el control y sometimiento del cuerpo mediante un sistema difuso, discontinuo de métodos aunque coherente (26), y finalmente tratamiento del otro como contagiado con una plaga es relevante para el estudio de la vida diaria en sociedades regimentadas. Dice Foucault sobre la imaginación política del control de la plaga: “strict divisions; not laws transgressed, but the penetration of regulation into even the smallest details of everyday life through the mediation of the complete hierarchy that assured the capillary functioning of power; not masks that were put on and taken off, but the assignment to each individual of his ‘true’ name, his ‘true’ place, his ‘true’ body, his ‘true’ disease. The plague as a form, at once real and imaginary, of disorder had as its medical and political correlative discipline” (198). Para más detalles sobre la relación de Foucault con el gulag véase: Jan Plamper, “Foucault’s Gulag.”
- Una ilustración de lo último es que todos los sistemas totalitarios han tenido y tienen relaciones económicas con empresas capitalistas y gobiernos occidentales, y estos socios muchas veces creen conveniente ignorar la conducta inhumana de sus clientes. El patronazgo español sobre el castrismo sería un buen ejemplo. No sería difícil relacionar, por ejemplo las fuertes críticas de José María Aznar al régimen de castrista, mientras el gobierno español disfrutaba de una economía saludable, y las débiles o inexistentes críticas de gobiernos posteriores, incluido el de Mariano Rajoy, con España en crisis económica.
- El diario de Ringelblum es un testimonio de la lucha entre la sobrevivencia física y el sostenimiento de una vida moral mínima, sobre todo a partir de los primeros meses de 1941, cuando la vida en el gueto de Varsovia se ve adicionalmente perjudicada por la guerra en el frente soviético. Ringelblum recoge las quejas de los comerciantes que deben hacer transacciones ilegales porque dentro de las leyes nazis no podrían sobrevivir, las autoridades religiosas que autorizan el consumo de comidas no aprobadas por la tradición debido a la escasez extrema de alimentos, los padres que permiten a sus hijos menores sustentar a la familia mendigando o participando en el mercado negro, la corrupción en todos los servicios que ofrece el Consejo Judío y la Policía Judía, incluido los permisos de trabajo, los certificados médicos, las raciones de alimento. A esto debe sumarse quienes abusan del poder hasta llegar al crimen y quienes cruzan las barreras “biológicas” o ideológicas para explotar las condiciones de vida extrema de los judíos en alianzas entre alemanes, polacos cristianos y judíos para pasar bienes de consumo a través de los muros del gueto. Los cubanos que vivieron el castrismo clásico de la Guerra Fría y los actuales habitantes de la isla pueden identificarse con la experiencia humana de los guetos que Ringelblum describe.
- Una ilustración de que esta condición es producto de la voluntad de un grupo y de que es artificial puede verse en la campaña de reformas en las que “desde arriba” se alivian o restringen la movilidad de los habitantes de la isla (Decreto-Ley 302 de 2013) y el nivel de alimentación (Libreta de Abastecimientos y productos “liberados”) a cada momento.
- Una es la literatura femenina que estudia el encierro de la mujer en el hogar y la otra es la literatura carcelaria (Saumell); sin embargo el encierro que analizo tiene contacto con la primera porque la vida diaria transcurre sin rejas o muros físicos como se expresó más arriba y con la segunda porque ejerce una crítica que puede ser además una denuncia del maltrato. De hecho, en los casos en que toca la denuncia contacta además con un eje clave de la literatura del Holocausto y de los disidentes del bloque soviético que es denunciar la injusticia y la inhumanidad del gobierno-estado-partido ante la opinión pública internacional.
- Agradezco a Maida Watson, autora de estudios clásicos sobre el costumbrismo, que me llamara la atención sobre la compilación de Kari Soriano Salkjelsvik y Felipe Martínez-Pinzón. La lectura reciente más penetrante del costumbrismo cubano se encuentra en Rafael Ocasio, Afro-Cuban Costumbrismo: From Plantations to the Slums. Elzbieta Sklodowska, en su libro Invento, luego resisto, estudia muy bien la vida diaria sobre todo el tema de “la administración del hambre” que podría relacionarse con la economía de la indigencia extrema infligida. Otra relación entre Slodowska y este trabajo consiste en el esfuerzo del estado en la “normalización” de lo abyecto cuando no puede ocultarlo.
- Debe aclararse que las piezas que califico genéricamente como especie de artículos de costumbres son solo una parte de la obra de Sánchez. Hay otras en las que la autora presenta opiniones claras sobre asuntos económicos, sociales y políticos.
- He sido un activista de la sociedad civil y dedicado gran parte de mi vida profesional como periodista y académico a divulgar los valores modernos de la cultura cubana y promover la recreación de la sociedad civil, pero reconozco sus límites, y es triste ver que muchos no lo ven así. El fomento de la sociedad civil tiene tres objetivos (1) aliviar las penosas condiciones del encierro de los cubanos, (2) persuadir a quienes creen que el régimen es la única fuente de supervivencia para que compartan con los activistas un estilo de vida moderno alternativo y (3) reclamar la ayuda internacional para frenar la violencia, detener la colaboración internacional con el complejo industrial carcelario castrista y finalmente mediar en la desmilitarización y facilitar el regreso a la vida civil. En el ejercicio de crear una simbólica sociedad civil nos demostrarnos a nosotros mismos y a los demás que somos capaces de gobernarnos. La promoción de la sociedad civil no es equivalente a lucha política “revolucionaria” por otros medios. Sin un espacio público seguro la lucha política resulta contraproducente por tres razones: divide; no hace moralmente superior a los luchadores y no capacita para gobernar.
Leave a Reply