Mis comentarios emanan de mi experiencia personal, ya que fui oficial de la Dirección de Inteligencia Cubana (DGI) diecisiete años desde el 1985 hasta mi deserción en el 2002.
Desde mediados de los años ochenta, una vez lograda la exitosa penetración de las organizaciones cubanas en el exilio, la DGI designó a las principales agencias del gobierno de los Estados Unidos como objetivos priorizados de penetración. El Congreso, el Departamento de Estado, el Departamento del Tesoro, así como la CIA y el FBI fueron los primeros objetivos identificados dada su capacidad de generar y dirigir la política hacia Cuba; el sector académico en Estados Unidos está íntimamente ligado a todos éstos. El gobierno cubano siempre ha valorado la influencia de los centros universitarios y académicos, particularmente de Estados Unidos, en las recomendaciones, estudios y vínculos con el gobierno y los servicios de seguridad en Estados Unidos.
La imagen de Cuba como un nuevo frente antiimperialista sirvió de ejemplo para muchos procesos de liberación en América Latina, Asia y África, creándose una imagen internacional bien aprovechada para la labor de influencia contra el gobierno de los Estados Unidos. Esto tuvo aceptación en la nueva generación de jóvenes norteamericanos que se oponían a la presencia militar de Estados Unidos en otras partes del mundo y deseaban una mejor imagen de su país en el plano internacional. Cuba aprovechó el alcance del movimiento cívico norteamericano de los años sesenta y setenta para demostrar el carácter imperialista de los Estados Unidos y la necesidad de lograr un movimiento juvenil de alcance mundial. En el 1978, se organizó en Cuba el primer festival mundial de la juventud y los estudiantes, que permitió la consolidación de Fidel Castro como líder del movimiento de países no alineados.
Otros factores de carácter internacional atrajeron a esa nueva izquierda a reconocer al socialismo—y a la Unión Soviética y a Cuba en particular—como la nueva esperanza para el mundo. La derrota de Estados Unidos en Vietnam y la participación militar de Cuba en varios procesos en África definieron aun más el alcance de la influencia de Fidel Castro en su política contra Estados Unidos.
En el plano operativo y de inteligencia, la Unión Soviética y los servicios de inteligencia de los países socialistas de Europa ya venían trabajando contra los Estados Unidos y otras potencias occidentales desde los años cincuenta, logrando identificar las áreas de penetración a través de sus agentes. Cuba logró una participación activa en América Latina, cuyos países estaban más cercanos a la revolución cubana. Dicha colaboración con los soviéticos, mantenida hasta el derrumbe del campo socialista entre 1989 y 1991, permitió el exitoso desarrollo de un servicio de inteligencia cubano independiente.
La escuela cubana de inteligencia tomó un rumbo ascendente a principios de los años 80, cuando ya contaba con decenas de jefes y oficiales formados en la Unión Soviética, Alemania Oriental y Checoslovaquia, tres de los países con mayor alcance en la labor de inteligencia hacia Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania Occidental. La nueva generación de oficiales cubanos se fue formando bajo nuevos principios y con el propósito de pasar a una posición de ofensiva en la penetración de las principales agencias del gobierno norteamericano. Fidel Castro jugó un rol central en esta definición, ya que era el principal consumidor de información de inteligencia y puso a su servicio a miles de oficiales, agentes e instituciones cubanas mientras consolidaba el servicio de contra inteligencia dentro del país.
De forma paralela, la DGI fue forjando un ejercito de colaboradores dentro de los Estados Unidos, logrado colocarlos gracias a la gestión de sus oficiales de inteligencia en las misiones cubanas en Estados Unidos y América Latina y de oficiales ilegales radicados en territorio norteamericano, reclutando dentro de la comunidad latina de los Estados Unidos y llevando un trabajo ofensivo en centros universitarios de Estados Unidos, Canadá y México.
La penetración cubana en el sector académico de Estados Unidos y Canadá sólo había logrado identificar objetivos—algunas universidades con centros de estudios sobre Cuba y profesores con motivaciones políticas favorables que podían explotarse. Pero, hasta el momento, no existía una estructura fuerte en La Habana al mismo nivel del trabajo que se llevaba a cabo contra el Departamento de Estado, la CIA , el FBI y el Congreso. Se sabía que el sector académico proporcionaba profesionales capaces de crear vínculos sistemáticos con la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos y los departamentos de Estado y Tesoro, en fin, personas que influirían con sus análisis en políticas internacionales incluyendo sobre Cuba.
Los estudios de los soviéticos y, posteriormente, el trabajo de la DGI permitieron identificar a varias universidades norteamericanas donde las agencias de poder reclutaban a sus futuros agentes. Estas se ubicaban en Washington, DC, y sus alrededores así como en New York City, además de universidades elites en New Jersey y Boston e instituciones en California con marcado corte liberal y de izquierda con identificación favorable a Cuba. En los centros en California se reclutaron profesores y estudiantes que mas tarde eran atendidos a través del centro legal de la inteligencia en ciudad México. Princeton, Harvard, Yale, Columbia, Stanford, Duke, Georgetown y George Mason, en fin, las mejores universidades de los Estados Unidos, constituían, al menos en mis años en la DGI, los principales blancos.
Las carreras mas afines para buscar colaboradores o agentes han sido las relacionadas con relaciones internacionales, leyes, psicología y estudios sobre América Latina, así como las carreras militares. En cuanto a las ciencias, al menos durante mi estadía en la DGI, se buscaba información sobre biólogos y médicos relacionados con investigaciones de vacunas. También las organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos que influyen en el desarrollo de un pensamiento académico en relación a Cuba han sido de interés. Un profesor, un estudiante elite, un escritor, o un académico en general con amigos en el departamento de Estado o del Tesoro o en el Congreso es un agente potencial importante, capaz de propiciar información política de primera calidad.
La inteligencia cubana logró su maduración y nivel de penetración mas alto a mediados de los años ochenta, lo que se ve ejemplificado en la posterior detención de varios agentes ubicados en importantes agencias de poder en Estados Unidos, tales como Ana Belén Montes en el 2001 y los esposos Myers en el 2006.
La gama de posibilidades era amplia y, conjugado con elementos motivacionales favorables a Cuba y el campo socialista, permitían comenzar estudios biográficos y operativos que pudieran conducir al reclutamiento de las personas identificadas como proclives a la colaboración. Los soviéticos habían llegado a conocer cómo eran los procesos de reclutamiento de la CIA y el FBI, qué aspectos mediaban en éstos, su sistema de polígrafo, cómo se manejaban las ideas políticas para ser aceptados en esas agencias, y qué características personales eran negativas. Todo esto sirvió en la preparación de futuros infiltrados. Así, el sector académico estadounidense ha aportado jóvenes identificados con la revolución cubana, algunos con el deseo de conocer su pasado y la revolución, otros por curiosidad y por temas de estudio en sus carreras.
Las universidades norteamericanas comenzaron a crear centros de estudios cubanos y la posterior realización de eventos con la participación de cientos de personas de todo el territorio y otros países. Esto fue cogiendo fuerza en la medida que Cuba tenía mas alcance internacional y la tensión entre Estados Unidos y Cuba incrementaba. En la Florida, y en particular Miami, se formaron centros de estudios en FIU (Florida International University) y UM (University of Miami).
Los centros de la inteligencia cubana en América Latina y Europa también han servido de puntos de enlace con los académicos cubanos, que a su vez participan en eventos y estudios en universidades de esos países, también interesadas en la problemática cubana. Históricamente, México y Canadá han organizado muchos eventos con este objetivo. Los eventos académicos también permiten a la CIA y el FBI identificar posibles agentes para infiltrar dentro de las filas de la inteligencia cubana.
En el plano operativo, un agente en el sector académico con capacidad de viaje dentro y fuera de los Estados Unidos se convierte en otra posibilidad de inteligencia al ser considerado un punto de enlace con otros eslabones vedados a los oficiales del servicio cubano en Estados Unidos. Una llamada telefónica, el envío de un paquete o, incluso, un contacto personal breve con un potencial agente es otra de las posibilidades que brinda este tipo de colaborador.
Los oficiales de la DGI ven de forma discreta dentro o fuera de los Estados Unidos a las personas que deciden trabajar para Cuba a conciencia de que lo hacen para un servicio de inteligencia y dispuestos a aportar información secreta. Cuba siempre ha contado con la sección de intereses en Washington, D.C. y su representación en las Naciones Unidas en New York, además de contar con oficiales ilegales radicados de forma estable en Estados Unidos, como los cinco espías de la Red Avispa.
La inteligencia cubana siempre ha mantenido una estrecha colaboración con todos los departamentos de contrainteligencia en Cuba, lo que le permite un nivel de información diario sobre la actuación de los académicos extranjeros en sus visitas a Cuba. La DGI y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba son los organismos encargados por la alta dirección del país (entiéndase Fidel Castro) de controlar todas las propuestas de intercambio o visita de académicos norteamericanos a Cuba, que en su mayoría eran tramitadas a través de la Sección de Intereses de Cuba en Washington. Desde la fase inicial de la planificación de un viaje a Cuba, ya se establece un control e investigación sobre los posibles participantes a través del servicio informativo de la inteligencia, el cual considero ha sido efectivo y de gran apoyo a las unidades operativas. La aprobación del visado de entrada a Cuba está a cargo de la inteligencia, con el visto bueno de Fidel en los casos mas importantes.
Los grupos académicos que se proponen visitar Cuba establecen una relación previa con la Sección de Intereses de Cuba en Washington. Se pretende estipular condiciones que garanticen que la Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba no tenga que ver con los visitantes y mucho menos que haya contacto con los opositores en la isla. Algunos grupos hacen programas paralelos y obvian las condiciones del gobierno cubano; esto se tiene en cuenta para un posible segundo viaje. Una vez en Cuba, la contrainteligencia cubana controla a los visitantes a través de sus colaboradores en los hoteles, sistema de transporte, intercambios con la parte cubana y en los lugares a visitar, todo con el fin lograr el máximo de información posible sobre los visitantes.
Por su parte, los centros académicos cubanos han sido preparados para no ser penetrados por la CIA. Allí se sitúa a individuos de confianza, algunos reclutados por el propio servicio de contrainteligencia cubano, al cual deben reportar sus contactos con el exterior. En los centros cubanos se ubican oficiales de la Seguridad cubana que mantienen una fachada de acuerdo a su profesión. Las carreras más notables son relaciones internacionales, derecho, periodismo, psicología y ciencias exactas. Con este personal se logra tener control sobre el resto de los académicos cubanos y se está en mejor posición hacia el exterior. Estos oficiales con fachada proponen a algunos de sus colegas de trabajo como posibles colaboradores para el servicio, lo que constituye una herramienta importante en la obtención de información. Asimismo, los centros académicos cubanos están alertas a las acciones de oficiales de la CIA y sus agentes dentro de Cuba. Los académicos cubanos mas identificados con los órganos de la Seguridad del estado cubano son los más indicados para salir al exterior y enfrentar el posible embate de la CIA o el FBI, siempre en busca de información sobre el gobierno cubano y los principales dirigentes de la revolución.
El caso de Canadá ha sido muy particular. Al menos durante mi tiempo en la DGI, había orientación de Fidel Castro de no hacer inteligencia abierta hacia el gobierno de ese país con el fin de preservar las relaciones diplomáticas y en honor a la posición canadiense en oposición al bloqueo de los Estados Unidos. No obstante, se trabajó de forma abierta dentro de la comunidad latina y con académicos canadienses, lo cual provocó que diplomáticos cubanos fuesen expulsados de Canadá en varias ocasiones y tuviera que cerrarse en 1995 el centro legal de la inteligencia en dicho país. Sin embargo, se siguió trabajando desde otras posiciones y Canadá jugó un rol importante con respecto a la penetración de los Estados Unidos.
Hoy, las condiciones de trabajo de la inteligencia cubana son mejores y gozan de recursos y vías de comunicación con su agentes en Estados Unidos posibilitadas por el nuevo rumbo en las relaciones entre ambos países.
Como ha señalado el propio Raúl Castro, el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos no quiere decir que todo está resuelto y que en lo adelante seremos países amigos. En el campo del trabajo de inteligencia, los objetivos son los mismos y sólo cambian las vías para lograr la información. La inteligencia cubana seguirá buscando información en las principales agencias de poder de Estados Unidos y el sector académico seguirá siendo utilizado como puente informativo.
Leave a Reply