“El negro cubano es totalmente cubano, por sentimiento, por cultura, por lealtad a la historia, por propia voluntad. Pero no estaba, no está, integrado de manera sólida y aceptada sin reparos en la sociedad cubana.” —Gastón Baquero
La historia reciente y pasada de Cuba ha estado contaminada por el prejuicio racial. La existencia durante 166 años de un sistema colonial-esclavista en la isla ha permitido enviciar a la sociedad cubana del racismo y de otras formas de discriminación.
Los historiadores cubanos Ramiro Guerra, Leví Marrero, Jorge e Isabel Castellanos y otros coinciden en la necesidad de revisar nuestra historia “influida demasiado tiempo por prejuicios raciales.” Estas evaluaciones, además de desnudar una realidad ignorada por muchos, y que otros tantos se niegan a discutir, es posiblemente el peor de los males históricos que prevalecen en la conciencia de los cubanos. Esto a pesar de aquella repetida frase, que se impuso para ocultar el problema, que cubano no es negro, ni blanco, es simplemente cubano.
Es cierto. La diferencia estriba en el lugar que los negros han ocupado en la dinámica social del país en los últimos cuatrocientos setenta y seis años. El desaparecido sistema colonial esclavista español continúa marcando nuestro presente y es con la discriminación racial donde se visualiza el problema en Cuba.
ESTRUCTURACIÓN DEL RACISMO EN EL PROCESO REVOLUCIONARIO CUBANO
El racismo es una discriminación en el orden social que define cualquier exclusión, restricción y limitación al reconocimiento del derecho de igualdad entre las personas, sobre el argumento de una conexión causal entre las características genéticas (fenotipo) de los seres humanos y sus capacidades intelectuales, su comportamiento social, las expresiones visibles de su personalidad, su cultura y otras evidencias de su actuación.
El racismo estructural que existe en Cuba en esta prolongada época de revolución, se produce cuando las políticas gubernamentales apresan al racismo en las instituciones de forma práctica, convirtiendo el prejuicio en un mal extendido de manera oficial. Su alcance crea en las instituciones políticas, culturales, económicas y sociales un mecanismo de perpetuidad de la discriminación al distinguir diferencias entre las personas por el color de su piel ayudando a eternizar la desigualdad entre los ciudadanos cubanos con rasgos fenotípicos diferentes.
Si bien la discriminación se ha definido, esencialmente, como la exclusión, distinción, restricción o preferencia basada en el origen racial, o por la descendencia o el origen nacional o étnico, en Cuba como en otras partes del mundo donde se da el fenómeno, esta va más allá porque existen diferentes formas de discriminación que van desde la exclusión por motivo de sexo, edad, orientación sexual, género, opiniones políticas, origen social, capacidades, posición económica y creencias religiosas.
Existe una particularidad visible en la capacidad discriminatoria del régimen cubano que determina su acción racista y va más allá de la discriminación por el color de la piel. En la isla se ha establecido la exclusión, restricción y limitación al reconocimiento del derecho de igualdad entre las personas, para todos los ciudadanos por su condición natural. Esto indica que se discrimina al cubano por su origen no importa que sea blanco, negro o mulato cuando se le niega el derecho a obtener los beneficios de la libertad que un negro, mulato o blanco puede obtener sin litaciones siempre y cuando este sea extranjero.
¿POR QUÉ EL RÉGIMEN SE NIEGA A DISCUTIR LAS RELACIONES RACIALES EN CUBA?
Esta una pregunta que se hacen muchos intelectuales cubanos y activistas de los derechos civiles en la isla y el exilio. Para el propio Esteban Morales un profesor negro de la Universidad de La Habana y cercano al oficialismo: “El tema racial, probablemente sea el más complejo, ‘desconocido’ y difícil de nuestra realidad social. Ningún asunto provoca tanta inquietud, preocupación y recelo. No es difícil encontrar personas que no desean escuchar nada sobre el tema y que soslayan hacer comentario alguno cuando del problema racial se trata. El tema racial esta íntimamente vinculado a otros, tales como: la economía, los derechos humanos, la desigualdad, la equidad, la justicia social, la marginalidad y la discriminación religiosa, entre otros.”
El poco interés demostrado por Castro y su séquito se deriva de su naturaleza racista y del prejuicio que siempre ha sustentado al ubicar al negro cubano en la escala inferior de las oportunidades. La indicación acerca de la supuesta libertad del negro a partir del proceso revolucionario de 1959 presenta a la élite blanca en el poder como superior y dotada de la capacidad para dirigirle el destino a todo el pueblo y de manera particular a los negros que deberían, según el imaginario de la dictadura, estar agradecido con la revolución por haberlo “bajado de la mata.”
El Che Guevara, convertido por Fidel Castro en el mayor ícono del proceso político cubano, era un furibundo racista que escribió en su diario, mientras viajaba en motocicleta por Sudamérica “Los negros, esos magníficos ejemplares de la raza Africana han conservado la pureza racial gracias a su escasa inclinación al aseo… el negro es indolente y caprichoso, y se gasta el dinero en frivolidades.” Esa es la verdadera opinión del régimen acerca del cubano de piel oscura.
Si bien los negros no se visualizan en el poder real es por la conveniencia de Castro de mantenerlos alejados de su entorno blanco. Los pocos que han escalado son figuras virtuales y poco inteligentes incapaces de exponer la problemática racial por miedo a perder las prerrogativas y las dádivas del castrismo.
Juan Almeida Bosque, Esteban Lazo y Pedro Sáez, son los pocos que han alcanzado una jerarquía importante dentro del aparato de poder. Sin embargo, su bajo nivel intelectual es una condición que les sirve a Fidel Castro, antes, y a Raúl, ahora, para mantenerlos como piezas decorativas ante el pueblo.
La única vez en casi cincuenta años que un cubano de piel oscura representa al país en un evento de Naciones Unidas fue Esteban Lazo el pasado septiembre. El discurso que le prepararon no lo sabía leer. La intención del régimen fue demostrar, con toda intención, a nivel internacional el descrédito al cubano de piel oscura como alguien incapaz de estructurarse con inteligencia. El papel del político cubano en la ONU desnuda el carácter racista del régimen quien prefiere apegarse al ideario revolucionario de una elite blanca antes que a las virtudes y la inteligencia en manos de cubanos negros.
La reciente designación del general Raúl González Lovaina, un cubano de piel oscura, al frente de uno de los tres grandes ejércitos del país, responde a las críticas vertidas por los actores de cambio en la isla y en el exterior. Sin embargo, esos signos no se pueden interpretar como cambios en la mentalidad racista del régimen de La Habana, sobre todo porque los sectores de marginalización social son negros quienes poseen las peores viviendas, son mayorías en las prisiones, no se visualizan en los principales órganos de dirección del país, son los que menos remesas reciben, son minorías en las universidades, en el cuerpo diplomático, en las estructuras sociales del régimen. Se ubican como la menor parte de los cubanos en los centros comerciales de moneda libremente convertible, muy pocos poseen automóviles y el color de su piel se vincula a la peligrosidad social y al acto delictivo.
El mejor ejemplo que ilustra el racismo oficial en Cuba fue la ejecución sumaria el once de abril del 2003 de tres jóvenes de piel oscura cuando intentaban alcanzar las costas del sur de la Florida en una embarcación de pasajeros. Aquel acto criminal autorizado por Castro y defendido ante el mundo por el canciller Pérez Roque y varios intelectuales serviles, ha sido el escenario donde las autoridades cubanas demostraron su alma asesina y su desprecio por los cubanos de piel oscura.
Con los fusilamientos de abril, el régimen enviaba un mensaje al pueblo negro cubano: Ustedes son inferiores y les espera la muerte si deciden abandonar el país. Es una imagen parecida a la época del sistema esclavista cuando el negro convertido en Cimarrón era devuelto al batey para morir a latigazos frente a la dotación.
Las guerras internacionales en la cuales Cuba se involucró en África durante muchos años, donde los escogidos eran en su mayoría de ascendencia africana, recuerdan al sistema colonial-esclavista del siglo XVII cuando intentaban blanquear a la isla. Esta “Acción negativa” es un ejemplo de la severa postura de Castro contra los negros quienes pondrían una porción mayor de muertes en esas aventuras bélicas.
El castigo contra los disidentes negros es mayor y todo parte de ese ideario de superioridad y agradecimiento que las autoridades cubanas creen debe ser aceptada por todos los que no sean blancos.
La manipulación del último censo de población y vivienda, donde no se visualiza la realidad estadística de los cubanos negros implica, a su vez, la misma tendencia a negar a una generalidad sin acceso a las pocas oportunidades de un sistema totalitario. El hecho de indicar, según el censo, a una mayoría blanca en la población es para justificar una proporcionalidad inventada en el poder para desfavorecer a los negros de Cuba.
DISIDENCIA POLÍTICA Y EL FUTURO DEMOCRÁTICO
En el verano del año 2007 la Universidad McGill de Montreal, Canadá, me invito a una conferencia acerca del rol de los afro descendientes cubanos en la transición. Tomando en cuenta la importancia de algunas consideraciones vertidas en el evento introduzco aquí parte de mi presentación porque mantiene toda vigencia.
El futuro democrático le depara un compromiso a los negros. En primer lugar tendremos que asumir los retos de la competencia y el mercado libre. Con un nivel cultural apropiado y con la capacitación para la solución de los complejos problemas de la tecnología, la ciencia, la economía y la política en un mundo global, debemos, por tanto, visualizarnos en las comunidades históricas donde siempre hemos vivido para desarrollar un liderazgo desde la base. Esto permite ponderar el desarrollo de programas económicos sostenibles para la creación de medianas y pequeñas empresas con préstamos de bajos intereses que faciliten la incorporación de miles de personas en el desarrollo del país.
La promoción de una poderosa clase media cubana donde estén representados negros, blancos y mulatos es una posibilidad de la democracia. La desventaja del negro es que tanto en Cuba como en el exterior no poseen el capital financiero para insertarse desde el primer momento en los espacios libres del mercado. ¿Qué hacer? Aplicar políticas públicas eficaces que implique a todos los actores de la sociedad.
Establecer desde el orden jurídico un modelo regulador contra toda actitud racista y discriminatoria. Visualizar en todas las esferas de la economía y la política la representación del negro en correspondencia con su incidencia en la sociedad. Existe el temor que ante la poca capacidad de recursos financieros y oportunidades en la ley sean los negros los olvidados por la revolución democrática que se avecina en Cuba y se vuelva a manifestar lo históricamente ocurrido, los negros cubanos participan activamente en la lucha por las reivindicaciones y luego son marginados de las estructuras del poder político económico y social.
En el área política se percibe hoy una participación más amplia de cubanos negros en los grupos de la disidencia interna que en las estructuras del poder político en Cuba. Hasta los líderes más carismáticos dentro de esas pequeñas formaciones disidentes son negros llegando algunos a convertirse en íconos de las corrientes democráticas dentro y fuera de Cuba. Los nombres de Oscar Elías Biscet, Jorge Luis García Pérez Antúnez y Guillermo Fariñas entre tantos otros, no solo son admirados dentro de los círculos de la disidencia, sino aceptado como líderes indiscutibles del mismo y del cambio hacia la democracia en Cuba.
El futuro de una democracia en Cuba es una opción inevitable y como espacio público será para el negro cubano la mejor alternativa para demandar sus derechos. Los retos son muchos. La voluntad por hacerlo también.
La actual conjura política del país crea un nuevo imperativo. Por ser los cubanos de piel negra una mayoría poblacional, sin espacio de poder en el orden oficial y al estar marginados social y económicamente, se comienza a imponer una discusión acerca de las relaciones raciales en la isla y el espacio de oportunidad negado a ellos. Sin embargo, en la disidencia se observa un creciente liderazgo que de alguna manera anuncia el futuro protagonismo de los afro descendientes cubanos en el proceso político que se avecina.
Posiblemente, las acciones cívicas más importantes realizadas en Cuba en los últimos años han demostrado el desacuerdo de todos sus actores con el totalitarismo criollo. En ella han participado cubanos de todo el espectro racial. Se observa, a la vez, que el número de negros con liderazgo dentro de la oposición es mayor al total de los que representan a los organismos del oficialismo.
Destaco, por su importancia, que los cubanos negros que se oponen a la dictadura cubana, no lo hacen por motivo de raza, sino por su condición de cubano al que se le violan sus derechos básicos, al igual que a los blancos.
El asesinato de Orlando Zapata Tamayo y la prolongada huelga de hambre de Guillermo Fariñas, no han sido acciones para demandar el respeto al derecho de un grupo racial, mas bien, la consagración de sus exigencias se orienta, de manera inteligente, a los objetivos estratégicos de la lucha cívica donde se reclama la libertad de todas las víctimas de la intolerancia comunista.
Los actores de cambio en Cuba, han sabido visualizar el camino por donde conducirse. En ningún momento, para bien de Cuba, han actuado limitándose a las necesidades de un grupo determinado. En la isla la violación a los derechos fundamentales afectan a todos los que residen allí.
En la Universidad McGill, los organizadores de la conferencia nos invitaron a ofrecer algunas recomendaciones. Las mías fueron las siguientes:
- Potenciar espacio de discusión en Cuba para introducir el tema de las relaciones raciales en busca de crear amplias avenidas capaces de implicar a todos los actores sociales. Similar oportunidad debe organizarse en el exilio cubano, donde resulta difícil concentrarse en discutir el tema.
- Que los países democráticos con sedes diplomáticas en Cuba admitan el acceso, a través de sus representaciones en La Habana, a los activistas de los Centros Cívicos Independientes creados en la isla. Que sirvan estos contactos para ofrecer información variada acerca del debate internacional que se gesta en las sociedades democráticas sobre las variantes discriminatorias y las políticas públicas para su erradicación.
- Influenciar en las autoridades cubanas, a través del consenso mundial donde las acciones racistas cada vez son menos aceptadas en el discurso y la actuación política de los estados libres.
- Que los medios sean descentralizados para diseñar una educaron mediática sostenible que permita elevar la autoestima de los cubanos de ascendencia africana.
- Visualizar al negro cubano en los medios del país. También a la mujer quien por su condición femenina sufre una doble discriminación en Cuba: por su sexo y el color de su piel.
Dentro del liderazgo de la oposición política en la isla se aprecia un creciente número de cubanos de piel oscura. Sin embargo, la defensa de los sectores marginados de la sociedad cubana, que bien puede convertirse en una importante arma de denuncia al gobierno cubano, no aparece en muchos programas políticos de los oposicionistas. Su inclusión como un grave problema del actual régimen, de tomarse en cuenta, puede convertir la agenda de transición en un instrumento sólido y asequible a la sensibilidad de los actores internacionales.
Finalmente, en la lucha contra la discriminación racial y otras formas de exclusión, el éxito depende de las partes involucradas, substancialmente, la postura de la víctima, en este caso del negro cubano. La mejor indicación para alcanzar logros políticos, económicos y sociales en una sociedad clasista y racista, además totalitaria, es imponiéndose ciertas exigencias a partir de la educación y la elevación de la autoestima.
La victimización, que se origina en muchos negros, crea una parálisis en el desarrollo individual de estas personas. También, la generalización del racismo como creencia estandarizada en la población negra, que supone que las acciones racistas provienen únicamente de los blancos, crea un error irreparable capaz de producirle un enorme daño a toda la sociedad.
El cambio de las actitudes racistas por el oficialismo cubano solo puede dar la vuelta cuando la discusión pendiente sobre el tema no solo permita la corrección del daño, sino instituir mecanismos jurídicos y educativos que sancionen toda acción discriminatoria. La democracia es el asiento donde mejor se puede fundar la oportunidad para eliminar los actos de exclusión.
Cierto. Ahora es el momento de iniciar el análisis del problema. Pensar que se debe esperar por un sistema democrático es asumir el error histórico de siempre una vez más, tal como ocurrió cuando los mambises de piel oscura denunciaban las acciones discriminatorias de algunos jefes blancos y se les aconsejaba esperar por la derrota del colonialismo español para analizar el problema. El resultado no pudo ser peor. Quintín Bandera un general distinguido por su valor era designado a recoger basura en las calles de Santiago de Cuba. Luego en 1912 una guerra evitable llevó al sacrificio a miles de cubanos negros quienes, equivocados o no con el método escogido para defender sus derechos, advertían las desigualdades de la naciente democracia cubana.
Coincido con Ana Carbonell cuando aborda el tema con explícita responsabilidad: “…reconocer que hubo racismo en Cuba implica en la democracia futura plantearnos un ‘Nunca Más.’” Esa sentencia, además de justa y necesaria, es vital para la salud de ese evento democrático que todos ansiamos y mucho más para los cubanos de piel con matices diferentes que son en esencia el alma de la patria.
Leave a Reply